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No hay uno por completo eficaz, muchas veces es necesario combinarlos o usarlos en forma cíclica. Independientemente del tratamiento, en algunos pacientes (sobre todo niños) existe repigmentación total o parcial; en otros la dermatosis persiste de por vida.
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Es una enfermedad psicológicamente devastadora, especialmente en personas de piel oscura y cuando aparece en partes expuestas. En algunos sitios se aplican pruebas para medir las repercusiones sobre la calidad de vida (Dermatology Life Quality Index, DLQI).
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Es necesario informar a los pacientes que no hay cura para el vitiligo, que no se trata de mal del pinto ni de enfermedad contagiosa o hereditaria; muchas veces basta la psicoterapia para ayudar al paciente a adaptarse a las manchas e incluso parece ayudar a disminuir la progresión de la enfermedad; se ha hablado de que puede modificar su progresión; las repercusiones son más importantes si la piel es morena o negra; en los pacientes seleccionados pueden usarse sedantes o antidepresivos según el caso; es importante no alarmar al enfermo o la familia, protegerlo de los charlatanes y señalar que la respuesta es diferente, si es localizado, si la evolución es corta y si es segmentario o no segmentario.
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El tratamiento puede ser tópico o sistémico, y médico o quirúrgico, e individualizarse a cada paciente.
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Se han recomendado aplicaciones diarias de una solución de éter sulfúrico con ácido acético glacial al 3%. También se usan soluciones alcohólicas con esencia de lima o bergamota al 30%, con el riesgo de ocasionar hiperpigmentación perilesional y quemaduras.
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La meladinina y los psoralenos sintéticos locales o sistémicos se combinan con exposición a luz solar o artificial; deben usarse con precaución por su potente efecto fotoirritante que suele suscitar grandes quemaduras, y siempre con fotoprotección. La luz ultravioleta tiene acción inmunosupresora y estimula la proliferación y migración de los melanocitos; el tratamiento con PUVA (psoralenos y luz ultravioleta A) se reserva para pacientes con lesiones extensas y diseminadas o generalizadas, se considera de segunda línea. Los psoralenos indicados son 5-metoxipsoraleno (no disponible en México) y 8-metoxipsoraleno (metoxaleno); no deben administrarse ante una enfermedad hepática o renal, fotosensibilidad, cáncer de piel, embarazo o lactancia; se recomienda utilizar siempre protección ocular, por el riesgo de catarata. Otros psoralenos de uso tópico o sistémico junto con UVA son la kelina (KUVA) y la fenilalanina tópica u oral (PAPUVA), no disponibles en México. El tratamiento con NB-UVB (radiación ultravioleta B de banda angosta) de 311 nm es ahora de primera elección y comparativamente produce mejor repigmentación que PUVA, así como menor vinculación con cáncer de piel a largo plazo; carece de efectos secundarios sistémicos y se puede utilizar en embarazo y lactancia, aunque deben protegerse los ojos. No hay consenso en cuanto a la duración del tratamiento, por lo general se deben observar resultados en 3 a 6 meses. El láser excimer de luz monocromática de 308 nm (MEL) y el láser bioskin de 311 nm están aprobados por la FDA y son prácticos y útiles para lesiones localizadas. Se ha usado también el láser HeNe (Helio Neón de 632.8 nm) y el láser fraccionado de 10 600 nm para vitiligo segmentario.
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Recientemente se han usado antioxidantes como los inhibidores de la reductasa de tiorredoxina, y la combinación de superóxido dismutasa y catalasa (Extramel); pueden combinarse con PUVA y NB-UVB y como monoterapia han mostrado eficacia similar a la de la betametasona al 0.05% por vía tópica.
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Polipodium leucotomos es un helecho con propiedades inmunomoduladoras, antioxidantes y de fotoprotección; se administra por vía tópica o sistémica; es de alto costo y no está disponible en México.
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Se recomiendan los glucocorticoides (véase cap. 169), que modulan la respuesta inmunitaria, en pacientes con vitiligo poco extenso, de corta evolución, de preferencia por vía tópica; sus efectos secundarios limitan el tiempo de tratamiento. Los sistémicos pueden producir mejoría o al menos detención de la progresión, pero tiene que evaluarse el riesgo-beneficio debido a sus efectos secundarios y a que al suspenderlos la enfermedad se reactiva. En caso de optar por los corticosteroides se recomiendan los potentes en general, los de baja potencia en cara y pliegues, y los de mediana potencia en menores de 12 años de edad (cap. 1), tienen poca repercusión sistémica el furoato de mometasona y aceponato de metilprednisolona. Falta aún determinar la eficacia, seguridad y dosis óptimas de los esteroides sistémicos. Algunos autores recomiendan minipulsos orales semanales o mensuales.
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Los inhibidores de la calcineurina tópicos, tacrolimus y pimecrolimus, producen resultados similares o bien ligeramente inferiores a los de los corticosteroides tópicos, aunque carecen de sus efectos secundarios; se recomiendan para periodos cortos o largos intermitentes. Su utilidad se manifiesta después de 3 a 6 meses de aplicación y en la cabeza y cuello principalmente. Pueden usarse solos o en combinación con fototerapia. El tacrolimus al 0.03% o 0.1% en ungüento no está aprobado en menores de dos años, en quienes puede aplicarse el pimecrolimus en crema al 1%.
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Los análogos de la vitamina D3 (calcipotriol o calcipotrieno) no están aprobados por la FDA para su uso en vitiligo (véase cap. 169), pero pueden ser útiles en combinación con corticosteroides tópicos; como monoterapia, dos veces al día, son menos eficaces que éstos. Son seguros en niños y adultos. Las precauciones de aplicación en psoriasis los limitan a menos de 30% de la superficie corporal y no más de 100 g por semana.
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En el vitiligo segmentario o localizado y estable y resistente a tratamiento no quirúrgico, se utilizan a veces miniinjertos autólogos de piel obtenidos de preferencia por sacabocados; se puede dar tratamiento coadyuvante con PUVA o NB-UVB; puede producirse fenómeno de Koebner. También se han utilizado los injertos de espesor parcial y se ha recurrido a trasplantes de melanocitos autólogos obtenidos a partir de ampollas generadas por aspiración o por nitrógeno líquido, y cultivos de melanocitos in vitro. En la actualidad se ha utilizado trasplante autólogo de unidades foliculares. Cuando las manchas son extensas se puede optar por despigmentación de la escasa piel no afectada, mediante aplicación de sustancias blanqueadoras aprobadas por la FDA, como el éter monobencílico de hidroquinona al 5 a 20%. Se han usado los láseres de rubí y de alexandrita para este fin. Los inhibidores del factor de necrosis tumoral alfa, que induce muerte de los melanocitos e inhibe la diferenciación melanocítica, no están aprobados para el tratamiento de repigmentación, pero ésta se ha conseguido cuando se han aplicado para otras enfermedades concurrentes con vitiligo, como espondilitis anquilosante o psoriasis. En estudios preliminares se ha mostrado detención en la progresión del vitiligo con minociclina; con otros inmunosupresores sistémicos, como la ciclosporina (véase cap. 169), la azatioprina (véase cap. 169) y la ciclofosfamida (véase cap. 169), se ha conseguido repigmentación mínima a moderada en pocos pacientes.
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No se obtienen resultados definitivos con otros extractos de plantas, como el difur; el ácido fólico, ácido ascórbico, vitamina E o vitamina B, ácido alfalipoico, suplemento C con antioxidantes orales y ginkgo biloba. Se ha suspendido la vibropuntura y la administración de L-dopa. Tampoco hay pruebas de la eficacia real del extracto de placenta humana (melagenina) en vehículo hidroalcohólico al 5% ni de los inhibidores de prostaglandina o la prostaglandina E2. Es prometedor el desarrollo de precursores de melanocitos, células madre o células cutáneas reprogramadas.
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A veces el mejor tratamiento es el camuflaje. Puede usarse micropigmentación dérmica permanente (tatuajes) ante vitiligos estables, y en zonas específicas como labios, areolas y pezones. Son útiles los maquillajes opacos, autobronceadores cosméticos con dihidroxiacetona en concentración de hasta 5% y que duran hasta 10 días, y otros de tipo comercial (Cover Mark®, Dermacrome®, Dermablend® y Clinique Bronze Gel®), que son fáciles de aplicar, de aspecto natural, resistentes al agua (aunque se eliminan con el sudor) y en algunos casos contienen protectores contra la luz solar.