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Introducción

Perder tejido es un frecuente y a menudo inevitable acompañante de la enfermedad quirúrgica

FRANCIS D. MOORE

La respuesta del organismo al traumatismo y a la cirugía se caracteriza por la activación inmediata del sistema nervioso y del sistema endocrino; en ella participan los mediadores del sistema inmunológico y el vascular.1

El paciente quirúrgico está expuesto a varios tipos de agresión, entre los que se cuentan la operación, la anestesia, el trastorno emocional, los periodos de ayuno y las alteraciones biológicas propias de la enfermedad, así como los crecimientos tumorales o las lesiones sufridas de manera accidental. Si la magnitud de la agresión es suficiente, la respuesta local se rebasa y los estímulos desencadenan una respuesta unitaria en la que interviene una multitud de sistemas regulados por mediadores químicos que fueron esbozados en los temas precedentes. A esta respuesta inmoderada se le conoce como síndrome de respuesta inflamatoria sistémica (SIRS), la cual se caracteriza por la liberación descontrolada de los mediadores. En el lenguaje cotidiano se identifica el cuadro clínico como el “ataque al estado general” y esta frase describe las manifestaciones objetivas de los trastornos que ocurren en la producción y uso de energía, es decir, de la repercusión sobre el estado metabólico del enfermo.

El traumatismo y la agresión quirúrgica desencadenan una cascada de respuestas predecibles que pueden reproducirse en forma experimental. Los fenómenos pueden amenazar la vida o la integridad del sujeto, se les supone un efecto benéfico o defensivo e influyen en el proceso de recuperación del organismo. John Hunter, cirujano inglés del siglo xviii, fue uno de los primeros en hacer constancia de que existe una tendencia natural o disposición al alivio o la curación de las lesiones. Actualmente se interpreta la respuesta al traumatismo como un programa genético que en forma innata sirve para mejorar la recuperación de los tejidos lesionados, apoyar la respuesta inflamatoria, así como minimizar la infección y las complicaciones.

La respuesta orgánica es proporcional a la magnitud de las lesiones; de modo que una incisión pequeña y limpia hecha por el cirujano sólo lesiona las células que están a lo largo de la herida y causa inflamación mínima, en tanto que una quemadura extensa y profunda es una lesión mayor que causa daños extensos en los tejidos y el organismo expresa una respuesta inflamatoria exagerada.

El médico debe conocer las consecuencias de esta respuesta y estar capacitado para identificar, tratar y minimizar los eventos adversos postraumáticos. La respuesta del organismo al traumatismo y a la cirugía se caracteriza por la activación inmediata del sistema nervioso y del sistema endocrino; en ella participan los mediadores de los sistemas inmunológico y vascular.2

Desde el punto de vista clínico, en la respuesta a la lesión suelen identificarse los siguientes componentes que fueron presentados por Willmore (cuadro 7-1):3

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