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En los últimos 50 años se han alterado la estructura y el funcionamiento de los ecosistemas en el mundo de manera más rápida y generalizada que en ningún otro periodo de la historia de la humanidad. En este capítulo se analizan dos aspectos de riesgo para la salud en México, tomando en cuenta el modelo de interconexión entre la salud humana y la integridad de los ecosistemas. Primero se aborda el perfil de la salud y el ambiente en México y después se revisarán dos casos particulares de riesgo: 1) la exposición a plaguicidas y 2) la Salud Pública en poblaciones vecinas a cuerpos de agua contaminados.
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La Organización Mundial de la Salud (OMS) define que la salud ambiental comprende aquellos aspectos de la salud humana, incluida la calidad de vida, que son determinados por factores ambientales físicos, químicos, biológicos, sociales y psicosociales.1 La definición abarca un espectro muy amplio respecto a las fuerzas y condiciones del entorno del ser humano que ejercen una influencia sobre la salud y bienestar.
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Cuando se habla de los riesgos en la salud por efectos ambientales, se consideran aquellos factores en la naturaleza que aumentan la probabilidad de causar una respuesta biológica adversa en el bienestar de las personas. El tipo de dieta, el sitio de residencia, el lugar de trabajo y los hábitos han sido tradicionalmente identificados como factores ambientales que tienen un efecto positivo o negativo sobre la salud. Lo anterior porque en estos ambientes aumenta la probabilidad de estar en contacto con alguna sustancia tóxica o agente infeccioso.
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Desde la perspectiva de las ciencias naturales, el ambiente constituye un sistema integrado por compartimientos: aire, agua, suelo y biota, que interactúan con los factores físicos y climáticos. A su vez, ese sistema está interconectado con el sistema social que constituye el ser humano a través de los servicios ambientales, los cuales se clasifican en servicios de soporte (producción primaria y ciclos biogeoquímicos), regulación (clima, calidad de agua, aire y vectores patógenos), provisión (alimentos, combustibles y recursos genéticos) y culturales (valores estéticos, paisajísticos y recreativos).2
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Actualmente, es evidente que la destrucción de la integridad de los ecosistemas por la actividad humana impacta de manera negativa sobre la salud de las personas. Un informe reciente de la OMS muestra que una cuarta parte de las enfermedades a nivel mundial se debe a las malas condiciones ambientales.3 Es notorio que desde 1976 se han registrado al menos 40 tipos de enfermedades emergentes o que reemergieron y están ligadas a la pérdida de los ecosistemas. Por ejemplo, los brotes epidémicos recientes de paludismo (malaria), dengue hemorrágico, esquistosomiasis, cólera, enfermedad de Lyme, virus de Nipah y el síndrome de insuficiencia respiratoria aguda (SARS, del inglés severe acute respiratory syndrome) están relacionados con el cambio de uso de suelo por la fragmentación de bosques, la agricultura de monocultivo y la producción intensiva de ...