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En la elaboración de este capítulo se han utilizado sobre todo estadísticas desde el ámbito de salud, algunas derivadas de la de procuración e impartición de justicia, y datos de encuestas, para dar cuenta de esta epidemiología de la violencia diferencial entre hombres y mujeres. Sin embargo, vale la pena enfatizar lo que mencionan Danmert y colaboradores: medir la violencia y la criminalidad es una tarea muy compleja, en particular por la calidad de las fuentes de información disponibles —discusión que no se aborda en este capítulo, pero que es preciso tener en mente, pues tener datos imprecisos impide reconocer de manera adecuada lo que está ocurriendo en la realidad—, sean estas fuentes institucionales o no.12 En este sentido, las estadísticas de salud son más confiables que las de justicia.
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Causas de mortalidad y morbilidad
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El cuadro 4-1 muestra que las principales causas de mortalidad de hombres y mujeres difieren de manera radical: los hombres mueren mucho más por accidentes de tráfico de vehículos de motor, por enfermedad alcohólica del hígado, lesiones infligidas intencionalmente y síndrome de dependencia al alcohol. Las agresiones y el suicidio son causas directamente violentas; las tres anteriores hacen referencia a comportamientos de riesgo que, como se analiza más adelante, tienen un sentido importante para el planteamiento de este trabajo.
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Ahora bien, al desglosar por algunos grupos en edad productiva en cuanto a las 10 primeras causas de mortalidad en 2011, destaca que en los hombres de 15 a 24 años la primera causa de mortalidad son las agresiones, seguida de accidentes, principalmente de tráfico de vehículos de motor, las lesiones autoinfligidas de manera intencional, los tumores malignos —principalmente leucemias— y las enfermedades del corazón, destacando las isquémicas del corazón. En las mujeres en este rango de edad, primero se encuentran como causa de mortalidad los accidentes, seguida por accidentes de automotores y agresiones, tumores malignos (sobre todo leucemias), lesiones infligidas de manera intencional y las relacionadas con el embarazo, parto y puerperio (que incluye tétanos obstétrico, trastornos mentales y del comportamiento asociados con el puerperio y osteomalacia puerperal). Llama la atención que en este rango de edad la violencia parece afectar de manera importante a las mujeres.
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En el grupo de edad de 25 a 34 años el orden de importancia de las causas muestra que en los hombres las agresiones y los accidentes —particularmente de automóviles—, también ocupan el primer y segundo lugares, sin embargo, el tercero lo ocupan enfermedades derivadas de la infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (HIV), seguidas por enfermedades del corazón (en especial isquémicas) y las lesiones autoinfligidas de modo intencional. En las mujeres, los tumores malignos, principalmente leucemias y de cuello del útero, ocupan el primer lugar, seguidos por accidentes —sobre todo de tráfico de vehículos de motor—, agresiones, muertes asociadas con embarazo, parto y puerperio, y enfermedades del corazón, principalmente isquémicas.
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En el grupo de varones de 35 a 44 años, las agresiones ocupan el primer lugar, seguidas por los accidentes —sobre todo de automotores—, enfermedades del hígado (en especial enfermedad alcohólica del hígado), cardiopatías y tumores malignos (sobre todo del estómago), seguidos por leucemias y de tráquea, bronquios y pulmón. Y en las mujeres aparecen los tumores malignos —de mama y del cuello del útero principalmente— como primera causa de mortalidad, seguidos por diabetes mellitus, cardiopatías, accidentes y, en quinto lugar, las enfermedades del hígado, entre ellas, la alcohólica del hígado.
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Específicamente, las muertes violentas representaron en 2011 12.8% del total de las defunciones, cabe señalar que estas muertes incluyen tanto homicidios como suicidios. En la figura 4-1 se observa que de 2006 a 2011 el porcentaje de muertes violentas por total de defunciones se incrementó en los hombres (de 10.9% a 12.8%), particularmente a partir de 2009 (11.9%); mientras que en las mujeres la tendencia permaneció más o menos estable, en un rango de entre 4.8 y 5.1%.
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Ahora bien, si se considera la distribución por sexo y grupos de edad, la figura 4-2 muestra que tanto en hombres como en mujeres, las edades de entre 15 y 19 años son el rango en el que se incrementan las muertes violentas, de manera que 7 de cada 10 defunciones en hombres adolescentes y 4 de cada 10 en mujeres adolescentes, son por muertes violentas. Esta tendencia se incrementa de los 20 a 24 años en los hombres, para empezar a disminuir de los 25 a 29; en las mujeres disminuye desde los 20 a 24 años.
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Del total de muertes por violencia registradas en México en ese año, 36.1% fue por homicidios y 7.6% por suicidios. En la figura 4-3 se observa que de 2006 a 2011 las muertes por homicidio en relación al total de muertes violentas se han incrementado en ambos sexos, aunque el porcentaje es mucho mayor en los hombres. Destaca que 2008 es el año en el que se observa un incremento marcado en relación a 2007: 1 de cada 4 hombres (25.9%) y poco más de 1 de cada 10 mujeres (12.3%) fallecieron por homicidio en 2008, proporción que en 2011 llega a casi 2 de cada 5 hombres (39.2%) y en las mujeres a 1 de cada 5 (20.6%).
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Al considerar esas muertes por homicidios por sexo y grupos de edad para 2011, destaca en la figura 4-4 otra vez que es en la edad de 15 a 19 años, tanto en hombres como en las mujeres, cuando se disparan los porcentajes de muerte por esta causa, 40% de los hombres adolescentes que fallecieron por muertes violentas fueron víctimas de homicidio y 25% de las adolescentes. Este porcentaje se sigue incrementando en ambos sexos, llegando a su pico entre los 25 y 34 años en los hombres, donde prácticamente la mitad de los que murieron violentamente lo hicieron a consecuencia de un homicidio; en las mujeres se observa un pico entre los 25 y 29 años, donde un 36% de las mujeres fallecidas violentamente fueron víctimas de homicidio, que disminuye entre los 30 y 34 y se vuelve a incrementar entre los 35 y 39 años, 33.60 y 35.2%, respectivamente.
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En cuanto al suicidio, se observa que de 2006 a 2011 las tendencias entre sexos han cambiado. Los hombres, que tradicionalmente cometen más suicidios, mostraron una tendencia a la baja, de 8.4% muertes por suicidio en relación a todas las muertes violentas en 2006 pasaron a 6.9% en 2010, pero volvieron a incrementarse en 2011 con un 7.5%. Las mujeres, por su parte, han mostrado una tendencia a la alza, pasando de 6.4% muertes por suicidio en 2006 a 7.9% en 2009; y aunque en 2010 hubo una disminución, en 2011 el porcentaje alcanzó un 8.4%, superando a los hombres (figura 4-5).
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Al observar la distribución por sexo y grupos de edad, es alarmante observar que el más alto porcentaje de suicidios ocurre entre las edades de 10 a 14 años, con una proporción mucho mayor de mujeres (24.5%) que de hombres (14.6%) (figura 4-6). Y si bien los porcentajes se reducen en otros grupos de edad, destacan la adolescencia, juventud y adultez temprana, como edades en donde ocurre un alto número de suicidios.
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En el caso de la morbilidad hospitalaria se reporta que de 2006 a 2008 las mujeres presentaron como causa mayoritaria enfermedades relacionadas con el embarazo, el parto y el puerperio (49.7, 49.5 y 50.7% para 2006, 2007 y 2008, respectivamente), sin que hayan existido disminuciones.13 En los varones la principal causa de morbilidad hospitalaria, hace referencia a los traumatismos y envenenamientos en un porcentaje de 14.5, 14.5 y 14.7% para los tres años mencionados.
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Como se observa, aunque proporcionalmente los hombres se ven mucho más afectados por la violencia tanto en términos de mortalidad como de morbilidad, en las mujeres también empiezan a aparecer cifras preocupantes en problemáticas tales como el homicidio y en particular en el suicidio. En cuanto a los homicidios y los egresos hospitalarios por violencia, sería de gran ayuda contar con mayor información acerca de sus características para establecer perfiles más específicos, por ejemplo, sexo del agresor, relación, lugar, motivo, etcétera.
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Homicidios comunes y vinculados con el crimen organizado
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Desafortunadamente, en el país la mayor parte de los delitos no se denuncia o, si se denuncian, no se inicia una averiguación previa. A esto se le denomina la “cifra negra”, que durante 2011 ascendió a 91.6%, según la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad (ENVIPE) 2012.14 Es decir, las estadísticas que proporcionan las diferentes instancias relacionadas con la impartición y procuración de justicia se basan en 8.4% de los delitos que realmente ocurren.
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Debido a ello, los resultados derivados de otras encuestas y estudios específicos permiten visualizar la situación de violencia más específica que padecen hombres y mujeres, incluso niños y niñas. La Secretaría de Seguridad Pública analizó los homicidios dolosos ocurridos entre los años 2008 a 2010, utilizando fuentes diversas propias y de organizaciones de la sociedad civil;15 de acuerdo con las averiguaciones previas iniciadas —que constituyen la base de información del Sistema Nacional de Seguridad Pública—, estos delitos mostraron una alza en el periodo, ya que para 2008 representaron 0.81% del total de los delitos a nivel nacional, 0.97% en 2009 y para 2010 alcanzaron 1.20% respecto al total de delitos cometidos durante ese año. Los homicidios dolosos habían presentado una tendencia a la baja en los años previos, particularmente de 2001 (13 855 casos) a 2007 (10 249), pero el repunte a partir de 2008 fue claro (13 193) y llegaron a 20 200 en 2010.
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De 2008 a 2009 hubo un aumento de más de 20%. De 2009 a 2010 el aumento fue un poco menor al registrado en años anteriores. Aunque la incidencia del homicidio doloso no es comparable con el resto de delitos, de 2008 a 2010 registró un aumento tanto cuantitativo como cualitativo.
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Por otro lado, utilizando la base de datos de homicidios presuntamente relacionados con la delincuencia organizada realizada por el gobierno federal en conjunción con algunas organizaciones de la sociedad civil, el reporte muestra que las víctimas de ejecuciones son en 92.9% de los casos hombres en contraparte del 6.6% de mujeres. Estos homicidios ocurren principalmente en los grupos de 21 a 30 años y de 31 a 40 años, dato que es similar a lo reportado anteriormente con datos. Ahora bien, si la cifra negra de los delitos en general es preocupante, la relacionada con los homicidios dolosos es verdaderamente alarmante. El propio documento señala que en Guerrero y Chihuahua la cifra alcanza 410.1 y 329.9%, respectivamente.
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En el caso de los niños y niñas, es todavía más complicada la situación. El informe sobre los derechos de niñas, niños y adolescentes en México señala que desde diciembre de 2006 hasta 2012, a partir de un conteo hemerográfico de la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM), se ha calculado la muerte de aproximadamente 1 701 niños y niñas por hechos presuntamente relacionados con el crimen organizado.16 De acuerdo con datos de La Infancia Cuenta en México 2012, 7 de cada 10 homicidios contra adolescentes de 15 a 17 años de edad ocurren por arma de fuego. En los últimos cinco años esta tasa se ha triplicado pasando de 5.3% en 2007 a 15.7% en 2011. Ante el incremento, en los últimos años, de la tasa de mortalidad a nivel nacional de la población menor de 18 años y la ausencia de datos oficiales disagregados, se requiere que el Estado mexicano presente información sobre el número de niñas, niños y adolescentes heridos, asesinados o desaparecidos.
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Así pues, aunque es evidente que son asesinados muchos más hombres que mujeres, vale la pena llamar la atención sobre algunas características particulares que han llevado a plantear el carácter de género que caracteriza a un buen porcentaje de la violencia que se ejerce contra las mujeres.
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Violencia contra las mujeres
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La violencia contra las mujeres ocurre en un continuum en el que no necesariamente la mayoría de los casos se asocia con lesiones o muerte. Se define como “todo acto de fuerza física o verbal, coerción o privación amenazadora para la vida, dirigida al individuo mujer o niña, que cause daño físico o psicológico, humillación o privación arbitraria de la libertad y que perpetúe la subordinación femenina” (p. 47).10 Según el INEGI,14 de acuerdo con la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) 2011, 47% de las mujeres de 15 años y más han sido víctimas de un incidente de violencia por parte de su novio, compañero o esposo en algún momento de su relación. Por tipo, se tiene que es la violencia emocional (43.1%) la más frecuente, mientras que la violencia sexual (7.3%) es en la que menos casos se identificaron. De acuerdo con el tamaño de la localidad se presentan diferencias significativas en la violencia emocional (8.3%) y la económica (4.5%) que ocurre principalmente en los lugares donde hay 2 500 o más habitantes. Al revisar las cifras por grupo de edad se observa que la violencia emocional y la económica son los tipos de mayor incidencia. Sin embargo, cabe resaltar el hecho del aumento paulatino de la presencia de violencia física o sexual en los grupos de edad más avanzada; entre las mujeres de 15 a 24 años, 9.7% se declararó víctima de violencia física, mientras que 2.5% de violencia sexual; en las mujeres mayores de 64 años, dichos porcentajes llegan a ser de 13.4 y 6.8%, respectivamente.
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Por otro lado, si consideramos los homicidios de mujeres, el estudio Feminicidio en México. Aproximación, tendencias y cambios, 1985-2009 permite dar cuenta de lo ocurrido en este lapso y algunas de sus características particulares.17 Destaca que los asesinatos de mujeres no disminuyeron su incidencia al igual que lo hicieron los de varones, que en 20 años se habían reducido casi a la mitad.
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Para 2001, la disminución equivalió al 36% de la cifra de 1985, mientras que en las mujeres las cifras se mantuvieron prácticamente constantes entre 1988 y1993, registraron un alza entre 1994 y 1998, y volvieron a disminuir después del año 2000. Sin embargo, a partir de 2007 se incrementaron más aún que los homicidios de hombres. En cuanto a la edad de las víctimas, los hombres asesinados alcanzan valores más altos entre los 18 y 30 años de edad, con un descenso después de los 40 años; en las mujeres hay varios picos, uno notorio es el que va del nacimiento a los cinco años, lapso en el que ocurren 10% de estos homicidios; un 18% sucede entre los 15 y 29 años, y entre los 30 y 40 ocurre un porcentaje similar. Después de los 60 años se registraron más presuntos homicidios de mujeres que de hombres.
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Un aspecto llamativo es, lamentablemente, la saña con la que se ejecutan muchos de los homicidios de mujeres. Mientras que en dos tercios de los homicidios masculinos se emplean armas de fuego, en las mujeres se utiliza el ahorcamiento, el estrangulamiento, la sofocación, el ahogamiento y la inmersión. Se usaron tres veces más frecuentemente objetos cortantes, también ocurrieron tres veces más los envenenamientos, quemadas con sustancias o con fuego. Así, 1 de cada 5 mujeres fue asesinada literalmente a manos de su agresor, agregándose además violaciones, lesiones y mutilaciones.