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La salud es un elemento importante para los individuos, como lo demuestra la gran cantidad de recursos que se invierten tanto en su cuidado como en su recuperación. Disfrutar de un buen estado de salud es un derecho incuestionable de los individuos, y para garantizarlo se emprenden acciones desde diferentes ámbitos mediante la legislación, educación, modificación del medio y otras acciones tendientes a mejorar la salud de los individuos y las comunidades.
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Desde un punto de vista epidemiológico, la esperanza de vida es uno de los indicadores tradicionales que pueden ayudar a conocer las modificaciones en cuanto a las condiciones de salud de las poblaciones; los países con mayor esperanza de vida tienen mejores condiciones de salud. Lo mismo ocurre con otros indicadores como el índice de natalidad y mortalidad, o bien, la prevalencia o incidencia de las enfermedades. Sin embargo, esto no refleja la opinión o la percepción de los individuos en cuanto a su estado de salud-enfermedad.
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La información que proporciona medir esta percepción permite identificar distintos estados de morbilidad y bienestar y evaluar el impacto de las intervenciones terapéuticas y sanitarias, así como determinar la forma en que repercute el estado de salud-enfermedad en el ámbito físico, psicológico y social de los individuos. La salud autopercibida o calidad de vida se asocia de manera independiente al diagnóstico clínico y ayuda a predecir la utilización de los servicios de atención médica.
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Para el área médica, la medición de la calidad de vida en relación con la salud es un tema creciente, ya que se ha determinado que es necesario medir el impacto de las acciones dirigidas al cuidado de los pacientes desde una perspectiva más individual, pero su evaluación no siempre es sencilla o concreta. Tradicionalmente se han empleado medidas indirectas y negativas, es decir, en lugar de medir la “salud”, se mide la “falta de salud”, como la tasa de mortalidad, el cual es un ejemplo de indicador indirecto y negativo, ya que mide la falta de salud a través de la muerte.
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Otros indicadores, como las tasas de morbilidad y esperanza de vida, miden el resultado de los cuidados para la salud desde la perspectiva de los profesionales encargados de la misma, pero adolecen de la opinión de los pacientes (quienes son objeto de los cuidados), por lo que se considera que la evaluación de las intervenciones es incompleta, ya que son los sujetos intervenidos quienes deben opinar sobre la forma en que sus vidas o su salud son afectadas.
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Para contextualizar estos conceptos podemos pensar en los pacientes con cáncer; los tratamientos más recientes han ayudado a incrementar el número de sobrevivientes; sin embargo, estos tratamientos ocasionan más efectos adversos, que pueden ser graves y hacer que los pacientes se sientan muy mal. Otro ejemplo son los ...