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Los parásitos son organismos heterogéneos que inducen una variedad de reacciones inmunológicas. Entre las manifestaciones protectoras innatas, la más importante es la respuesta de fase aguda, una reacción inflamatoria inespecífica a las citocinas generadas por componentes parasitarios. Entre las manifestaciones protectoras adquiridas, las hay mediadas por células (macrófagos, linfocitos citotóxicos, neutrófilos y otros) y por anticuerpos (bloqueo de receptores, aglutinación de parásitos, y generación de señales de peligro que se traducen en opsonización, activación de mastocitos y del sistema del complemento). En modelos animales se ha logrado inducir inmunidad protectora con procedimientos que varían desde infecciones experimentales leves hasta el uso de antígenos recombinantes. El diagnóstico inmunológico de las parasitosis se reserva sólo para circunstancias especiales; en lo posible se prefiere el diagnóstico directo por su sencillez y alta especificidad. A menudo, las parasitosis pueden generar respuestas inmunes que pueden mediar patología. Los cuatro tipos de hipersensibilidad suelen intervenir en diversas infecciones. Frecuentemente, los parásitos desarrollan estrategias que les permiten establecer interacciones persistentes con el hospedero, generando infecciones crónicas de patogenicidad reducida. Las relaciones parásito/hospedador son esencialmente didácticas y, en términos generales, tienden a un equilibrio, con mínimo daño mutuo.
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Por desgracia, no es posible integrar las respuestas inmunes contra los parásitos en un modelo único. Estos organismos son demasiado heterogéneos biológicamente, abarcando desde protozoos muy primitivos, como Giardia, hasta artrópodos altamente evolucionados. No hay, por tanto, un modelo de parásito que induzca respuestas típicas. Dado que desde el punto de vista filogenético los parásitos precedieron al desarrollo del sistema inmune actual, estos organismos tuvieron la oportunidad de adaptarse a la inmunidad naciente, de aprovechar cada resquicio del sistema inmune para sobrevivir, y de traspasar estos logros a su descendencia. Más aún, los hospederos y los parásitos no tuvieron más alternativa que coevolucionar, adaptándose en forma didáctica a las nuevas estrategias que cada uno de ellos desarrolló. Así, los sistemas inmunes actuales son el producto exitoso de estas interacciones. De manera recíproca, los agresores parasitarios que existen hoy también han tenido éxito para adaptarse a un sistema inmune cambiante.
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Si se acepta que el sistema inmune existe, en gran medida, porque existe la agresión, puede postularse que la inmunología de parásitos se presta de manera admirable para el estudio de fenómenos fundamentales de la inmunidad. Así, por ejemplo, el concepto moderno de linfocitos ayudantes (helper) de tipo I y de tipo II se desarrolló a partir de las respuestas inmunes contra Leishmania y Trichuris.
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Aquí se abordan las contribuciones prácticas de la inmunología al manejo o comprensión de las infecciones parasitarias. ...