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Los histoparásitos, hemoparásitos, parásitos de las vías urinarias y de otras localizaciones, tienen ciertas características comunes que permiten diferenciar la enfermedad que producen de otras parasitosis y de otras patologías.
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En el cuadro 39-1 se describen las principales características biológicas y clínicas de estas parasitosis del humano.
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La mayoría de estas parasitosis son zoonosis, y por consiguiente, no sólo afectan la salud del humano sino que provocan un serio deterioro en la producción pecuaria con grandes pérdidas económicas.
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En los parásitos de los tejidos, el contacto interno con los órganos del hospedero origina una respuesta inmunológica más potente que la que originan los enteroparásitos. Este contacto más cercano al hospedero provoca lesiones más intensas por acción mecánica y expoliatriz y por consiguiente, los procesos de atrofia, hiperplasia e hipertrofia de los tejidos son más frecuentes e importantes, al igual que la sintomatología y signología, que en las otras parasitosis. La respuesta inmune celular y humoral permite realizar el diagnóstico de estas parasitosis, tanto en el suero como en los tejidos.
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El médico debe sospechar el diagnóstico por los antecedentes epidemiológicos, la historia familiar y los síntomas clínicos que se describen en el cuadro 39-1.
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En la anamnesis son importantes los antecedentes epidemiológicos, ya que permiten conocer que varios miembros de la misma familia presentan la infección debido a que el mecanismo de adquisición ha sido el mismo, tal como sucede en la triquinosis, fascioliasis, paragonimiasis, difilobotriasis, clonorquiasis, etcétera.
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La procedencia del parásito es también un antecedente de importancia, pues ciertas zoonosis sólo existen en países o zonas donde se encuentran los vectores biológicos, tal como sucede en la leishmaniasis, enfermedad del sueño, enfermedad de Chagas, esquistosomiasis, angiostrongiliasis, etc. El antecedente de algún viaje, en este siglo de la globalización, es también un dato importante porque la persona puede haber adquirido la parasitosis años antes y presentar manifestaciones clínicas recientes, tal como sucede en la malaria por P. malariae.
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Tal como se describe en el cuadro 39-1, los síntomas y signos más relevantes de estas parasitosis son inespecíficos. Para confirmar el diagnóstico se utilizan exámenes de laboratorio directos que pesquisan parásitos en sangre, por ejemplo, plasmodios, babesias, filarias, leishmanias, huevos en heces, por ejemplo: Schistosoma mansoni y S. japonicum, S. intercalatum, etc., o en orina huevos de S. haematobium y de Dioctophyma renale, o la observación de formas juveniles en la faringe o fosas nasales, por ejemplo, Linguatula serrata, Hirudo medicinalis.
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Técnicas indirectas que pesquisan los anticuerpos originados por el hospedero, como reacción a la parasitosis, también son útiles en enfermedad de Chagas, toxoplasmosis, leishmaniasis, fascioliasis, amebiasis extraintestinal, etc. Las técnicas de biología molecular como PCR (polimerasa en cadena) también tienen rendimiento en estas parasitosis. (Ver capítulo 92, Diagnóstico de laboratorio de las parasitosis y capítulo 93, Aplicación del cultivo in ...