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En 1931, Jorge Lobo, en Recife (Pernambuco), Brasil, describió la enfermedad en un indígena de 52 años de edad del valle del Amazonas; la consideró una forma menor de paracoccidioidomicosis y la denominó blastomicosis queloidea. En 1938, Amadeu Fialho comunicó un caso similar en el cual llevo a cabo un estudio histológico y lo llamó “enfermedad de Lobo”. En 1940, Fonseca Filho y Arêa Leâo clasificaron el hongo aislado como Glenosporella loboi. En 1949, F. Almeida y Carlos da Silva Lacaz lo denominaron Paracoccidioides loboi, con base en estudios experimentales en animales; hoy día se ha comprobado que esa cepa correspondía a Paracoccidioides brasiliensis y que los hongos aislados en casos posteriores son contaminantes.
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En 1952, I. Campo-Aasen describió el primer caso en Venezuela. En 1956, R. Ciferri y colaboradores caracterizaron el hongo, y en 1958, Dante Borelli propuso el nombre de “lobomicosis”. En 1967, R.G. Baruzzi y colaboradores señalaron la existencia de lobomicosis en indios Cayabi, quienes tienen la creencia de que la adquirieron a partir de niños enfermos capturados por la tribu Ípeni; el mismo autor, al observar más de 20 años a pacientes de esta región, concluyó en 1989 que el padecimiento depende de factores ambientales y no genéticos.
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En 1971, G. Migaki, M.G. Valerio, B. Irviene y M. Garner encontraron la enfermedad en delfines del Atlántico (por ello se considera que el hongo es patógeno hidrofílico).
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En 1977, Zavala Velázquez y Reyes Pérez observaron el primer caso en México en un agricultor del estado de Tabasco, y durante el decenio de 1980-1989 Roberto Arenas, autor de esta obra, confirmó mediante estudio micológico el diagnóstico de un caso estudiado por Lucía Castañeda, también en Tabasco, aunque al parecer se trataba del mismo enfermo anterior.
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En 1979, da Silva Lacaz y P. Rose, en Brasil, compilaron la bibliografía publicada entre 1931 y 1978. En 1983 se publicó el primer caso en humanos fuera de Latinoamérica en un paciente holandés que cuidaba delfines en un acuario. En 1999, se informó el primer caso en EUA en un paciente de 42 años de edad residente en Georgia, con el antecedente de un viaje siete años antes a la catarata Salto Ángel en la zona de Canaima en Venezuela.
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En 1999, Paulo R. Taborda, Valeria A. Taborda y Michael R. McGinnis, le denominaron Lacazia loboi. En la última década Leonel Mendoza y colaboradores han tratado de descifrar el enigma taxonómico; primero lo colocaron en los Onygenales dimórficos, y más tarde por sus afinidades filogenéticas y usando estrategias moleculares lo han colocado en un taxón hermano de Paracoccidioides brasiliensis. Ante el cambio de género del agente etiológico se propone el cambio de nombre del padecimiento de lobomicosis a lacaziosis. En 2013 Eduardo Garzón Aldás y Viviana Herrera Vicuña comunicaron cinco casos en el oriente de Ecuador.
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