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Hipócrates (460 a 377 a.C.) describió placas blanquecinas en la boca de pacientes debilitados y en recién nacidos. Galeno (130 a 200 d.C.) las observó en niños enfermizos. En el siglo xviii era muy frecuente en Europa, y se identificó en recién nacidos. En 1835, S. Véron en su Memoire sur le muguet postuló la transmisión intrauterina y describió el primer caso con candidosis (candidiasis) esofágica. En 1837, J. Parrot y A. Trousseau reconocieron la forma oral y, en 1839, Bernhard Rudolph Conrad von Langenbeck realizó el descubrimiento del organismo causal al aislar un hongo en un paciente con aftas. En 1841, F. T. Berg demostró el origen fúngico de las lesiones bucales y reprodujo el padecimiento en niños sanos. En 1842, David Gruby describió este hongo, lo presentó ante la Academie de Sciences de París como “le vrai muguet des enfants” (el verdadero muguet de los niños); asimismo, postuló la transmisión intrauterina y comunicó la primera candidosis (figura 1-3); en 1847, el mismo autor clasificó al microorganismo como Sporotrichum. Más tarde, se confundió con Monilia candida, aislada de vegetales en descomposición. En 1844, J. H. Bennett, en Edimburgo, aisló el hongo conocido hoy día como Candida albicans en el esputo de un paciente tuberculoso. En 1846, F. T. Berg, en Estocolmo, reconoció las enfermedades debilitantes como el principal factor predisponente. En 1849, J. S. Wilkinson describió la localización vaginal.
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En 1853, Charles Phillippe Robin, en París, denominó al hongo Oidium albicans y señaló la enfermedad sistémica, también en pacientes debilitados. En 1861, Zenker, en Alemania, observó un sujeto con infección cerebral diseminación hematógena. En 1875, D. Haussmann notó el vínculo entre candidosis vaginal de la madre y bucal del recién nacido. En 1877, P. Grawitz describió el carácter dimórfico de esta levadura. En 1870 y 1877, J. Parrot caracterizó en lactantes las modalidades intestinal y pulmonar, respectivamente. En 1877, Granitz describió la morfología de C. albicans. En 1890, Wilhelm Zopf aceptó como agente del algodoncillo un hongo del género Monilia, que se había aislado con anterioridad a partir de vegetales y que hoy día se sabe que no pertenece al género Candida. Lo denominó Monilia albicans e inició una gran confusión terminológica en la literatura médica, esto debido en parte a que Castellani aceptó el mismo término.
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En la literatura alemana, en 1890, Christian Georg Schmorl informó la afección mucocutánea; en 1904, E. Dubendorfer, la inguinal y, en 1907, Jacobi, la cutánea. En 1909, J. G. Forbes, en Londres, estudió a una niña de tres años y medio de edad con afección de lengua y uñas, que tal vez corresponde al primer caso mucocutáneo crónico. Durante la primera mitad del siglo xx se identificaron prácticamente todas las demás localizaciones.
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En 1923, Christie Marie Berkhout, 70 años después de los estudios de Robin, transfirió las especies al género Candida y dio fin a muchos errores ...