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En la práctica clínica, como en la salud pública, se puede y se debe actuar antes de que aparezcan enfermedades, tanto con actividades de promoción de la salud como con actividades específicamente dirigidas a la prevención de enfermedades. Estos ámbitos son la primera línea de defensa en contra de la enfermedad a la que se debe dedicar una parte suficiente de los recursos. Por otro lado, se ha mostrado que pueden lograrse grandes beneficios con costos relativamente bajos, en comparación con algunas intervenciones de tipo curativo.
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Mientras que hay enfermedades que se han erradicado o están por erradicarse del planeta con base en acciones de tipo preventivo (p. ej., la viruela o la poliomielitis), hay un conjunto de enfermedades ante las cuales no es posible realizar una prevención 100% exitosa, en cambio, sí es posible reconocer de manera oportuna su presencia. Así, por ejemplo, es factible tomar algunas medidas preventivas para disminuir la frecuencia de cáncer de mama, promoviendo la lactancia materna; sin embargo, aun con una amplia difusión de esta última, seguirán presentándose casos. Un diagnóstico temprano puede disminuir la letalidad del problema dado que permitirá un tratamiento más oportuno y con mayor probabilidad de éxito.
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En ese sentido, resulta importante que las intervenciones de detección temprana de la enfermedad ya presente, sean consideradas como una segunda línea de defensa cuando la promoción y prevención primaria no han sido suficientes. El presente capítulo pretende que el estudiante del área de la salud conozca los principios generales que rigen el uso de las pruebas de detección masiva, los alcances y los límites de dichas pruebas, así como la correcta interpretación de sus resultados.
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Recuadro 13-1 Definición de pruebas de detección masiva.
De acuerdo con Jeniceck,1 las pruebas de detección representan “la identificación presuntiva de una enfermedad o defecto no reconocido mediante la aplicación de pruebas, exámenes u otros procedimientos, los cuales pueden ser aplicados rápidamente. Las pruebas de detección separan a las personas en apariencia sanas que quizá tienen una enfermedad de aquellas que no la tienen. Una prueba de detección no intenta ser diagnóstica. Las personas con hallazgos positivos o de sospecha deben ser referidas para que se confirme el diagnóstico y se establezca el tratamiento pertinente”.
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El diagnóstico temprano es posible porque en muchos casos el proceso salud-enfermedad sigue un curso lento en el que ya está presente algún daño o desequilibrio, pero los síntomas o grado de avance es todavía pequeño. La prevalencia de las enfermedades es como un témpano de hielo (iceberg): sólo se ve una parte de la población enferma, la otra está oculta. Según datos de la Encuesta Nacional de Salud de 2006, 7.34% de los adultos de entre 24 y 92 años se sabían diabéticos y se encontró un 7.03% adicional que, sin saber que ...