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Se define como pérdida de peso clínicamente significativa cuando ocurre disminución mayor de 5% del peso habitual en un periodo entre 6 y 12 meses. Se asocia con deterioro de la capacidad funcional, de la calidad de vida, e incremento de la morbimortalidad.
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La pérdida de peso involuntaria es una condición frecuente en la práctica clínica asociada con una enfermedad subyacente; sin embargo, se ha reportado que al menos en uno de cada cuatro adultos mayores que presentan pérdida de peso involuntaria no existe una causa identificable. Después de los 70 años de edad, la pérdida involuntaria de peso en cierta medida puede atribuirse al propio proceso de envejecimiento, se estima que los adultos mayores sanos pueden perder entre 0.1 a 2.0 kg de peso por año. Para atribuir al proceso de envejecimiento esta pérdida de peso, resulta imprescindible primero descartar otras causas que pudieran repercutir de manera negativa en la salud y supervivencia de este grupo de pacientes.
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La pérdida de peso ocurre cuando el consumo de energía por parte del organismo supera al aporte calórico provisto a través de la ingesta de alimentos. En términos generales, alrededor de la mitad de la energía de los alimentos se utiliza en funciones básicas como la conservación de la temperatura corporal.
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Los mecanismos de la pérdida de peso son: menor ingestión de alimentos, malabsorción y aumento de las necesidades de energía. Las variaciones del peso corporal pueden deberse a los cambios experimentados por la masa de tejido o por el volumen de líquidos que contiene el cuerpo. En general, un déficit de 3 500 kcal corresponde a una pérdida de 0.45 kg de grasa corporal, pero también debe considerarse el agua (1 kg/L) que se gana o se pierde. La pérdida de peso que dura semanas a meses casi siempre supone una pérdida de la masa de tejido.
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Hay muchas causas que se asocian con pérdida de peso involuntaria, entre ellas se debe considerar:
Síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA).
Neoplasias.
Diabetes.
Depresión.
Diarrea crónica: insuficiencia pancreática, enfermedad celiaca, tumores intestinales, lesiones por radiación, enfermedad intestinal inflamatoria, infecciones.
Drogas y fármacos: anfetaminas, quimioterapéuticos, abuso de laxantes, hormonas tiroideas, metformina.
Trastornos de la alimentación: anorexia, bulimia.
Hipertiroidismo.
Infecciones sistémicas.
Tuberculosis.
Desnutrición.
Trastornos psiquiátricos.
Feocromocitoma.
Insuficiencia suprarrenal.
Insuficiencia cardiaca congestiva crónica (caquexia cardiaca).
En pacientes geriátricos es importante: úlceras orales asociadas a prótesis dentales, edentulia, demencia.
Tabaquismo.
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Al momento del interrogatorio es fundamental evaluar:
¿Cuándo comenzó la pérdida de peso?
¿Se presentó de manera súbita o de forma gradual?
¿Cuánto peso ha perdido?
¿Está comiendo menos de lo habitual o está consumiendo alimentos diferentes?
¿Está haciendo actividades físicas diferentes a las habituales?
¿Ha estado sometido a estrés o ansiedad mayor de lo usual?
¿Qué medicamentos o drogas ha tomado?
¿Qué otros síntomas se han presentado?
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Es importante una exploración física completa para tratar de identificar ...