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La esofagitis ocasionada por cáusticos corresponde a una variedad especial de trastornos que afecta al esófago a causa de la ingesta de agentes corrosivos, ya sea ésta en forma accidental o con fines suicidas.
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El daño esofágico debido a la ingesta de agentes corrosivos se reconoce desde hace más de 200 años.1 Aunque es un método que se utiliza en forma común para terminar con la vida, las consecuencias del daño no sólo son esofágicas, sino también psicosociológicas.
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Las molestias, que pueden ser crónicas, dolorosas, costosas y muy desagradables, obligan, a veces, al médico a solicitar apoyo psicológico o psiquiátrico para estos pacientes.
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En Estados Unidos se creó, en 1927, una ley para reducir los accidentes de daño esofágico en ese país. Sin embargo, el surgimiento de potentes sustancias corrosivas para uso doméstico sigue siendo un factor de riesgo para personas con problemas mentales o para los niños, quienes las ingieren en forma accidental. Lo anterior obligó a los fabricantes a mejorar la presentación de los envases para evitar que los menores los abran con facilidad, aunque no es aún una práctica generalizada en todas las industrias de México.
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Hay muchas polémicas alrededor de los mecanismos patológicos y la conducta en la terapia temprana respecto al daño esofágico por corrosivos. El sitio y la extensión del daño en el tejido afectado que ocasionan los agentes cáusticos varían con el tipo de producto (líquido, pasta, espuma o sólido), la cantidad ingerida y el tiempo de exposición al agente causal. Los agentes alcalinos, como la lejía o los concentrados de hidróxido de sodio o de potasio, disuelven los tejidos por licuefacción y necrosis y se pueden difundir con rapidez a través de varias capas. En cambio, los agentes ácidos producen coagulación y necrosis, una respuesta tisular que tiende a limitarse en cuanto a la profundidad de la penetración y, con posibilidad, al riesgo de la perforación. Como regla, las sustancias alcalinas tienden a dañar el esófago más que el estómago y lo contrario sucede con las ácidas.
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Dado que la industria cambia en forma continua la composición de los productos químicos, como limpiadores para el drenaje, la ropa y utensilios de cocina, se recomienda que los médicos se comuniquen con el centro de control de envenenamientos de las compañías correspondientes para obtener la información que permita autolimitar el daño antes de tomar mayores decisiones sobre el diagnóstico y la terapia por ingestión de sustancias corrosivas.
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Los pacientes sospechosos de haber ingerido sustancias corrosivas con fines suicidas deben ser evaluados con todo cuidado por psicólogos, porque pueden volver a intentarlo.
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La presentación clínica varía desde molestias locales, como afectación a la cavidad bucal, labios, paladar, úvula, hipofaringe y sus estructuras y, en raras ocasiones, ...