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Los cánceres de vesícula y de vías biliares representan 1 a 2% del total de muertes por cáncer en el mundo. Alrededor de 70% de éstos se origina en la vesícula, mientras el 30% restante proviene de las vías biliares. El término colangiocarcinoma se refiere a todos los tumores provenientes del epitelio de las vías biliares. El diagnóstico y tratamiento de estos tumores representa un reto que requiere intervención multidisciplinaria.
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El cáncer de vesícula biliar tiende a ser de suma agresividad, se disemina con celeridad y con frecuencia tiene desenlace fatal; ello se debe a su presentación clínica tardía y a la falta de tratamiento efectivo en etapas avanzadas. En la actualidad la mediana de supervivencia es de seis meses.1 El clínico y el cirujano deben estar familiarizados con su tratamiento ya que al realizar colecistectomía, biopsia o exploración laparoscópica pueden diseminar el tumor a través de la pared abdominal y comprometer la curación.
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La incidencia de los colangiocarcinomas se incrementa con la edad, ya que la mayoría de los casos se presenta después de los 60 años, con pico de incidencia en la octava década de la vida. Existe una discreta relación mayor para el género masculino. Los colangiocarcinomas hiliares son los más comunes (67%), seguidos de los distales (27%) y de los intrahepáticos (6%).2
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Por razones aún no bien conocidas, el cáncer de vesícula es unas 25 veces más común en India, Paquistán, Chile, Bolivia, Israel y México.3
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En la mayoría de los pacientes no existe un factor de riesgo identificable, aunque en algunos pacientes se identifican factores causantes de inflamación crónica de las vías biliares.4 La colangitis esclerosante primaria y los quistes del colédoco son los factores que más se asocian habitualmente,5 mientras que la litiasis biliar tiene poco impacto en el desarrollo de una enfermedad maligna. La colangitis esclerosante primaria es una enfermedad que se relaciona con la colitis ulcerativa, y el riesgo de desarrollar cáncer en estos pacientes es 160 veces mayor que en la población general; aproximadamente 10 a 36% de estos pacientes desarrollará un carcinoma de vías biliares.6 El colangiocarcinoma en individuos con colangitis esclerosante primaria suele ser de mal pronóstico, ya que por lo general son multifocales y difíciles de tratar debido a una disfunción hepática que puede complicar el tratamiento quirúrgico y quimioterápico.7
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Los quistes del colédoco son raros y se manifiestan por dilatación quística congénita de los conductos biliares. La estasis biliar en estos quistes conduce a una inflamación crónica del conducto que les da soporte; 20% de estos pacientes desarrollan colangiocarcinoma si no se tratan. Otras anomalías de las vías biliares como la enfermedad de Caroli, que implica una dilatación ductal intrahepática,8 y el conducto pancreatobiliar anómalo pueden ocasionar inflamación crónica y asociarse en el ...