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En la actualidad, el ultrasonido endoscópico (USE) se ha establecido como una herramienta útil en extremo para la evaluación y tratamiento adecuado de diversas enfermedades. A partir de su introducción, hace cerca de 30 años, el USE se ha posicionado como el método de elección y en algunos casos como indispensable para el estudio de ciertas afecciones ya no sólo del tubo digestivo, sino también de otras regiones como mediastino y pulmón. Por otro lado, el USE ha pasado de ser un método puramente imagenológico a otro con posibilidad de diagnóstico histológico y con potencial terapéutico. A pesar de que se ha comprobado el impacto que tiene como método en la práctica clínica, en México aún no se encuentra disponible en forma amplia y su utilización se concentra en centros académicos o de muy alta especialidad. En este capítulo se describen las principales indicaciones para el ultrasonido endoscópico, tanto desde el punto de vista diagnóstico como terapéutico.
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Utilidad de la endosonografía en el diagnóstico de neoplasias del aparato digestivo
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Si bien el campo de la endosonografía abarca el estudio de diversas entidades patológicas gastrointestinales, el estudio del cáncer del aparato digestivo es quizá la indicación más frecuente para su realización. Las aplicaciones del ultrasonido endoscópico en el estudio de las neoplasias del aparato digestivo pueden resumirse en cuatro aspectos principales: a) identificación de la lesión, b) establecimiento del diagnóstico, c) determinación de resecabilidad y d) detección de recurrencias. En esta sección se recogen los puntos anteriores en las distintas neoplasias en que la endosonografía resulta de utilidad.
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La presencia de lesiones submucosas es una de las principales indicaciones para la realización del USE pues mediante su uso se puede diferenciar una compresión extrínseca de una lesión intramural, así como determinar si se trata de una formación sólida, quística o vascular. En el caso de las tumoraciones sólidas es posible establecer la profundidad o grado de invasión, así como la capa de mucosa de la cual se origina, y así permitir la evaluación de la posibilidad de resección endoscópica o quirúrgica. Sin embargo, la diferenciación entre un tumor estrómico benigno y una neoplasia maligna no resulta fácil, si bien se han descrito algunas características sugestivas de malignidad, como aspecto heterogéneo, bordes irregulares y ganglios linfáticos anormales.1 Por el contrario, un tamaño menor de 3 cm, ecotextura homogénea y bordes regulares se consideran sugestivos de un origen benigno. Empero, no todas las lesiones, sean benignas o malignas, cumplen con estos criterios, los cuales pueden ser sugestivos pero nunca confirmatorios. Junto a ello, el aspirado por punción con aguja fina (APAF) tampoco resulta de gran utilidad. El APAF puede resultar de significativa ayuda para determinar el origen histológico de la lesión, pero en cuanto a la diferenciación entre tumores estrómicos malignos y benignos su sensibilidad es de alrededor de 60%.2,3