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TRASTORNOS ALIMENTARIOS
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En la actualidad, los adolescentes y niños más jóvenes desarrollan trastornos alimentarios (alimentación) a un ritmo importante. El espectro de estos trastornos incluye anorexia nerviosa (AN), bulimia (BN), trastornos alimentarios inespecíficos (EDNOS) e hiperfagia compulsiva. La relación entre biología y ambiente en el origen de los trastornos alimentarios es compleja; estas alteraciones tienden a definirse mejor en un contexto biopsicosocial.
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Probablemente haya predisposición genética a desarrollar trastornos de la alimentación. La incidencia de anorexia nerviosa es de 7% en familiares de primer grado de pacientes con anorexia en comparación con 1 a 2% en la población general. La tasa de concordancia en gemelos monocigotos es de 55%, en comparación con 7% en gemelos dicigotos. Los estudios en mellizos estiman que la posibilidad de heredar la anorexia nerviosa es de 33 a 84%, en tanto que para la bulimia es de 28 a 83%. Las mujeres que son familiares de primer grado de varones con AN tienen un riesgo relativo 20 veces mayor de desarrollar esta enfermedad. La mayor parte de los estudios han encontrado una tasa más alta de incidencia de trastornos de la alimentación entre familiares de primer grado de pacientes con bulimia. Las regiones genómicas del cromosoma 1 (para anorexia nerviosa) y el cromosoma 10 (para bulimia) parecen portar los genes de sensibilidad.
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Las anormalidades de la leptina, una hormona secretada por los adipocitos que regula la homeostasia de la energía y la señalización de la saciedad, no parece contribuir en forma primaria a la causa de AN, pero puede mediar los cambios de energía que afectan al eje hipotalámico-hipofisario y desempeñan un papel en la perpetuación de la AN. En individuos que padecen este trastorno se altera la fisiología de la leptina, cuyas concentraciones se incrementan a niveles excesivos conforme los individuos recuperan peso. Los niveles idiosincrásicos más altos de esta hormona pueden contribuir a la dificultad de los pacientes con AN para recuperar peso, ya que cuando sus niveles son excesivos, envía señales al cuerpo para reducir el consumo de energía. La leptina también desempeña un papel importante en algunas secuelas de la AN, pues los niveles bajos envían señales al hipotálamo para inhibir la producción de hormonas sexuales.
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Se tiene evidencia de alteración persistente en la función serotoninérgica y dopaminérgica en individuos con anorexia nerviosa. Tanto en la anorexia nerviosa como en la bulimia se encuentran otras alteraciones de los neuropéptidos y péptidos intestinales. La adiponectina parece estar incrementada en la AN, aunque no está claro si ello se debe al estado de desnutrición o si aumenta de manera independiente. La colecistocinina está disminuida en la bulimia, lo que tal vez contribuya a la falta de saciedad posterior a la ingestión que perpetúa la hiperfagia. También se ha reconocido alteración en la dopamina, aunque no se ha establecido su importancia. La grelina es un péptido intestinal que se encuentra en ...