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Las infecciones por Plasmodium inducen un amplio espectro de síntomas en el humano, desde parasitemias asintomáticas hasta enfermedades graves con resultados fatales. P. vivax, P. ovale y P. malariae causan con frecuencia las enfermedades menos peligrosas. Hasta la fecha, prácticamente toda la mortalidad en el mundo se vincula a P. falciparum. Las manifestaciones clínicas que se producen en personas que por primera vez adquieren la infección son similares al inicio de otros procesos de infección generalizada, como fiebre, malestar general, cefalea, nauseas y vómito, por lo que difícilmente en esta etapa el médico sospecha de una infección producida por Plasmodium.
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Después de algunos días empiezan a ocurrir los accesos palúdicos durante un determinado momento del día y tienen una duración de aproximadamente 60 minutos: en un inicio, el paciente siente una sensación de frío intenso que le provoca escalofríos, adopta una posición fetal, castañetea los dientes y necesita abrigo. Este periodo dura pocas horas y se acompaña de una caída de la presión, aceleración del pulso, cefalea, náuseas y vómito. A esto le sigue una sensación de calor; de hecho, se han presentado temperaturas de más de 38 °C; el enfermo puede delirar y presentar sed intensa. Finalmente aparece el sudor generalizado y sensación de alivio; la orina se torna amarilla cetrina y el paciente queda con una sensación de debilidad. Todo el acceso puede extenderse de 8 a 12 horas. Cada acceso palúdico ocurre en tiempos variables, según las especies; así P. vivax, P. falciparum y P. ovale producen accesos cada 48 horas, por lo que se les denomina fiebres tercianas, en tanto que a la producida por P. malariae se le llama cuartana, pues ocurre cada 72 horas.
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El hecho de que los EI tienden a adherirse al endotelio presente en los vasos sanguíneos conduce a que, además de los accesos palúdicos, ocurran manifestaciones cerebrales, renales, anemia grave y otras, por lo que en este momento el paciente ya presenta un cuadro de paludismo grave o complicado y requiere de un manejo terapéutico apropiado (Miller et al., 1994; Clark, Schofield, 2000). Esto se presenta en las infecciones por Plasmodium falciparum, por lo que a la fiebre producida por esta especie se le conoce como fiebre maligna, a diferencia por la producida por las otras tres especies, a la cual se denomina fiebre benigna.
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Es la complicación secundaria más común a Plasmodium y se debe a la destrucción del eritrocito infectado en las fases tardías del ciclo asexual y las afecciones en bazo o médula ósea, o ambas cosas. De esta forma la lisis masiva eritrocitos infectados (EI) conduce a la disminución de los eritrocitos.
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Dicha enfermedad surge como efecto de la unión de los EI a las células endoteliales del cerebro. Los pacientes con paludismo cerebral muestran cantidades elevadas de ICAM-1, receptor de trombina y CD36, a los que se unen los EI y ello ocasiona hipoxia local, convulsiones, estupor y coma.
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Complicaciones metabólicas
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Las complicaciones metabólicas producidas por infección con P. falciparum son la acidosis respiratoria y la hipoglucemia, sobre todo en pacientes tratados con quinina. En la mayoría de los casos la acidosis metabólica se acompaña de altos niveles de lactato. Desde el punto de vista clínico, los factores que parecen ser importantes en esta afección son la reducción de volumen de eritrocitos circulantes y, por tanto, menor capacidad de transportar oxígeno.
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Los cambios patológicos de la insuficiencia renal en infecciones producidas por P. falciparum provocan necrosis tubular aguda; esto es más común en personas tratadas con quinina.
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El edema pulmonar semeja el cuadro observado por una sepsis consecutiva a bacterias gramnegativas.
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Esta anomalía se explica en parte por la infección local en la placenta, dado que los EI quedan secuestrados en ella a través del receptor condroitín sulfato A (CSA), muy enriquecido en este órgano. La consecuencia de este secuestro es un pobre crecimiento fetal que conduce a que los bebés tengan bajo peso corporal al nacer o a que las madres sufran abortos espontáneos. Se ha señalado parasitemia elevada en gestantes, sobre todo en primíparas, en el tercer trimestre del embarazo, lo que guardaría atenuación con la respuesta inmunitaria durante la gestación.
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El aborto y el parto prematuros suelen estar relacionados con los accesos palúdicos. La placenta por lo general contiene vasos congestivos con glóbulos rojos parasitados, lo cual puede alterar la función del feto y ser causante de muerte fetal o aborto: estas alteraciones son notorias en el lado maternal de la placenta, pues en su lado fetal no se observan parásitos.