El tratamiento antiparasitario de elección es el praziquantel, que se administra por vía oral a razón de 25 a 50 mg/kg/día/3 días. Tiene la ventaja de que se absorbe con rapidez y su máxima concentración sérica ocurre dentro de la primera y tercera horas posteriores a su administración. El praziquantel tiene la propiedad de incrementar la permeabilidad de la membrana del parásito e inducir procesos de vacuolización y desintegración del mismo. El fármaco es metabolizado por el hígado y un 80% de una dosis administrada es eliminada por vía renal. La efectividad de este antiparasitario es mayor a 90%, y los efectos secundarios que pueden presentarse son cefalea, náuseas, urticaria o vómito. Durante mucho tiempo se empleó el bitionol; en la actualidad ya no se fabrica este medicamento, pero en Estados Unidos puede obtenerse mediante los Centros de Control para las Enfermedades (CDC de Estados Unidos). Otros fármacos alternativos en el tratamiento son el triclabendazol y el niclofolan; este último se emplea a razón de 2 mg/kg de pesocon resultados favorables.
La decisión de si un caso se requiere cirugía depende de la consideración experta de los especialistas.
Caso clínico
Paciente masculino de cuatro años de edad procedente del Estado de Colima, en quien inició su padecimiento en junio de 2006 con cuadros de tos seca, fiebre de 39.5 °C, disminución del apetito y pérdida de peso. Dicho cuadro evolucionó durante 10 días con severo ataque al estado general; en tres ocasiones presentó hemoptisis moderada. Fue llevado al hospital regional, donde el personal médico decidió practicar exámenes de laboratorio de rutina y una tele de tórax. Fue ingresado al servicio de pediatría con los siguientes diagnósticos: 1) probable neumonía basal derecha; 2) secuestro pulmonar intralobar derecho, y 3) tumor subdiafragmático. Se administró antibioticoterapia por ocho días, tras lo cual mostró leve mejoría respiratoria. Fue canalizado a un hospital pediátrico de primer nivel en la ciudad de México, donde fue descartado el diagnóstico de secuestro pulmonar y se sugirió desechar patología leucocitaria con eosinofilia y tuberculosis pulmonar.
Como antecedente de importancia señaló la madre del paciente que desde un año atrás vivía en una localidad del municipio de Tecomán, cercana a la Laguna Colorada y que por razones de trabajo de la madre se trasladaron cerca de la ciudad de Manzanillo. Acostumbraban consumir alimentos regionales a base de ceviches de mariscos y pescados. En enero de 2006 el niño ingirió en dos ocasiones carne de cangrejo preparada con limón.
En el servicio le fue detectada hepatomegalia y dos lesiones nodulares subcutáneas en tórax posterior y superior, de consistencia blanda, eritematosas, no dolorosas y de casi 1 cm. Se realizó biopsia y el estudio histopatológico reportó paniculitis septal con escasas células gigantes de tipo cuerpo extraño, sin datos de malignidad ni presencia de microorganismos. El reporte indicó lesiones compatibles con eritema nodoso. El estudio ecocardiográfico abdominal reportó hepatomegalia parenquimatosa sin imágenes tumorales. El paciente permaneció hospitalizado por 38 días; estuvo sujeto a administración de esquemas de antibioticoterapia intravenosa, tratamiento con esteroides y broncodilatadores, tras lo que mejoró su cuadro.
Durante su estancia hospitalaria se llevaron a cabo los estudios para aislamiento e identificación de Mycobacterium, prueba de derivado proteico purificado (PPD), serología para citomegalovirus (CMV), Epstein Barr, hepatitis B y C, virus de inmunodeficiencia adquirida (HIV), así como serología para hongos y amibas, y en todos los casos los resultados fueron negativos. Se determinaron los índices de IgG e IgE, encontrándose en ambos casos elevadas. El dato de laboratorio constante fue la eosinofilia con 15 000 mm3.
Al tercer día de estancia hospitalaria se practicó una TAC de tórax, la cual reveló infiltrado a nivel de ambas bases pulmonares, con predominio derecho y derrame pleural. Dado que persistieron la leucocitosis y eosinofilia, se solicitó interconsulta a los servicios de hematología y parasitología, se practicaron pruebas serológicas para descartar larva migrans visceral, gnathostomosis e hidatidosis. Todos los resultados fueron negativos. Por último, se sospechó de paragonimiasis por el antecedente epidemiológico de ingesta de crustáceos crudos, las manifestaciones clínicas pulmonares, los hallazgos de imagenología y la eosinofilia persistente.
Se realizó la búsqueda seriada por tres días de huevos de Paragonimus spp. en heces y esputo, y se encontraron tres de ellos en esputo hasta el tercer día.
Mediante el estudio inmunoserológico por ELISA en exámenes por duplicado fue detectada la presencia de anticuerpos antiParagonimus (D.O. = 1.120; título de corte 0.200). Se realizó Western blot con reconocimento de ocho bandas de Paragonimus.
El tratamiento fue administrar praziquantel 25 mg/kg/día dividido en tres tomas al día, con lo que desapareció la sintomatología, mejoraron las imágenes radiológicas y disminuyeron las cifras de leucocitos y eosinófilos a niveles normales en 10 meses. El monitoreo serológico continuó durante 13 meses, tiempo en el que gradualmente disminuyeron las cifras de anticuerpos hasta llegar a negativizar.