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Las personas viven en un medio ambiente hostil, cargado de una gran variedad de sustancias y microorganismos patógenos, en donde le sería imposible sobrevivir si no dispusiera de mecanismos capaces de erradicarlos o impedir su crecimiento.
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En este sentido, el estudio de la inmunorrespuesta a fármacos es un tema complejo y la constante aparición de nuevos fármacos, con los cambios consiguientes de las pautas terapéuticas, motiva que con su uso aparezcan reacciones adversas imprevisibles, como son las mediadas vía inmunológica o alérgicas. De hecho, en estos momentos la incidencia real de las reacciones adversas a medicamentos es sólo estimable de forma muy aproximada, ya que los medios tanto humanos como técnicos para la monitorización y documentación de estas reacciones no existen en la mayoría de hospitales y centros sanitarios.
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Hay dos grandes tipos de mecanismos: 1) los que integran la inmunidad natural o inespecífica y 2) la denominada inmunidad adquirida o específica.
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El primero se trata de una serie de elementos moleculares (proteínas de fase aguda, como la proteína C reactiva, las colectinas y defensinas, el complemento, interferones y otras citocinas) y celulares (células fagocíticas mononucleares y polimorfonucleares, células agresoras o asesinas naturales) dotados de distintos grados de capacidad microbicida o microbiostático directo o indirecto. Estos mecanismos carecen de capacidad de reconocimiento específico y se hallan siempre presentes dispuestos a actuar, su función no implica un incremento de su eficacia en actuaciones siguientes.
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Dicho sistema inmunitario específico consiste en el sistema inmunitario que da lugar a la respuesta inmune de la cual son responsables los linfocitos. Dependiendo de la mediación, producción de anticuerpos y del tipo de célula que participe en la respuesta inmune, suele ser clasificada en respuestas inmunitarias humoral y mediada por células, las cuales inician cuando se reconocen los antígenos extraños, lo que da como resultado la activación de los linfocitos que reconocen específicamente al antígeno y termina en el desarrollo de mecanismos que median la función fisiológica de la respuesta, es decir, la eliminación del antígeno. Así, la respuesta inmunitaria específica puede dividirse en:
Fase de reconocimiento.
Fase de activación.
Fase efectora.
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La función normal del sistema inmunitario es esencial para la salud y su disfunción conduce a múltiples enfermedades (figura 20-1). Esta disfunción o trastornos del sistema inmunitario pueden ser originadas por el déficit en la producción o función de las células inmunitarias (inmunodeficiencias) y, por otro lado, el exceso de actividad de diferentes componentes del sistema inmunitario puede ser nocivo para el organismo.
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Los potentes mecanismos efectores de las respuestas inmunes desencadenadas frente a microorganismos patógenos en muchos casos provocan lesiones inflamatorias para el huésped. Es así como ...