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Introducción

Una de las características más notables del sistema inmunológico es la capacidad que tienen sus células de diferenciar entre los antígenos propios o derivados del procesamiento de moléculas propias, de aquellos que no sólo resultan extraños, sino que también tienen la capacidad de producir daño. Ésta es una función crucial para mantener la integridad anatómica y funcional del organismo, la condición patológica en la que esto se pierde se llama autoinmunidad.

Los mecanismos para el reconocimiento que utiliza la rama del sistema inmune innato se basan en la utilización de una serie de receptores que sólo son capaces de reconocer moléculas extrañas provenientes de microorganismos patógenos. Estos mecanismos de reconocimiento en general resultan suficientes para discernir entre lo propio y lo extraño.

El mayor desafío para diferenciar las moléculas propias de las extrañas se le presentó al sistema inmunológico de la rama llamada adquirida o específica. El segmento del receptor de antígenos presente sobre la superficie de las células T y B (TCR y BCR), que reconoce específicamente al epítope antigénico se genera por mecanismos que en forma aleatoria, cortan, ensamblan y recombinan genes a través de la participación de enzimas específicas (familia RAG). Este proceso genera una enorme diversidad de receptores con afinidades diferentes capaces de reconocer todo tipo de antígenos, tanto propios como extraños, con alta especificidad y reaccionan en consecuencia contra cualquiera de ellos de forma análoga.

Lo anterior plantea entonces la necesidad de poder distinguir aquellas células (T o B) cuyos receptores de membrana (TCR o BCR) reconozcan antígenos propios para poder eliminarlas, inactivarlas o inducirlas a cambiar de especificidad. Este proceso recibe el nombre de tolerancia.

Tolerancia

Se define a la tolerancia como la falta de respuesta frente a un antígeno inducida por una exposición previa a ese mismo antígeno en circunstancias que no favorecen el desarrollo de una respuesta inmunitaria contra él. Según el lugar donde se produzca, se denomina tolerancia central cuando se produce durante la maduración de los linfocitos en los órganos linfoides primarios, y tolerancia periférica cuando ésta se induce en los linfocitos ya maduros, y tiene lugar en los órganos y tejidos periféricos.

La tolerancia es un mecanismo fundamental para evitar la generación de reacciones inmunológicas contra antígenos propios o contra antígenos inocuos generalmente ambientales que no deberían resultar inmunogénicos. Si falla la tolerancia a lo propio o autotolerancia se genera autoinmunidad o enfermedades autoinmunes, mientras que en las enfermedades alérgicas o atópicas lo que falla es la tolerancia hacia los antígenos ambientales que resultan inocuos para la mayoría de los individuos. En este capítulo se describen los mecanismos generales de la tolerancia central y periférica para después detallar sus alteraciones en el desarrollo de la autoinmunidad.

Tolerancia central

Durante el desarrollo embrionario, las únicas moléculas con capacidad de ser reconocidas como antígenos ...

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