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La placa plana de abdomen puede seguir siendo útil para el diagnóstico de quistes dermoides de los ovarios, que se identifican mediante la presencia de dientes calcificados. Sin embargo, en la actualidad las estructuras quísticas y sólidas del ovario se evalúan de mejor manera a través de ecografía transabdominal, ecografía transvaginal (TVUS), CT y MRI.
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La evaluación transvaginal de los ovarios se emplea con frecuencia en los ciclos de reproducción asistida, tanto para el manejo como para la predicción del éxito. Los folículos antrales miden 2-10 mm de tamaño y aparecen como pequeñas estructuras hipoecoicas dentro de los ovarios y es típico que se les mida en estado basal. Hendriks y colaboradores han mostrado que la cantidad de folículos antrales basales es superior a la medición de la hormona estimulante de los folículos para la predicción de la respuesta ovárica. Los folículos ováricos también cambian de tamaño en respuesta a la estimulación, ya sea exógena o endógena, de los ovarios. Estos cambios se vigilan durante los ciclos de tecnología de reproducción asistida (ART), para ayudar a encontrar el momento oportuno para administrar las inyecciones de gonadotropina coriónica humana (hCG), recolectar los óvulos, controlar la estimulación de gonadotropina y determinar la necesidad de cancelar el ciclo.
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Es frecuente que la ecografía se utilice en la valoración de la patología ovárica. Se puede emplear la TVUS, combinada con Doppler color, para evaluar el flujo de sangre a las estructuras de los anexos y para el diagnóstico de la torsión ovárica. Al inicio de la torsión se ocluye el flujo venoso y linfático, pero es posible que continúe el flujo arterial; este último cesa por completo en un momento posterior durante la torsión. Dicho trastorno se diagnostica mediante ecografía Doppler que no muestra flujo venoso o arterial, pero un estudio que muestre flujo sanguíneo arterial no necesariamente descarta el diagnóstico.
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Cada año, cerca de 12 000 mujeres en EU mueren por cáncer ovárico. Por desgracia, la capacidad de la exploración pélvica para detectar a tiempo un cáncer de ovario es deficiente. El marcador monoclonal CA-125 para este cáncer también es un medio deficiente de predicción en los casos tempranos. En un intento por discriminar entre las masas anexiales malignas y benignas, se han asignado criterios morfológicos para aumentar el índice de sospecha en cuanto a los datos ecográficos relacionados con un posible tumor maligno en los ovarios. Se han descrito quistes mayores de 4 cm, sólidos, componentes quísticos, tabiques y nódulos papilares (figura 36-3). Además, se han empleado estudios Doppler de flujo para distinguir entre masas benignas y malignas (cuadro 36-3).
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La CT puede ser útil para la clasificación prequirúrgica del cáncer de ovario o para la planeación de un segundo procedimiento exploratorio. También puede ser útil para la biopsia y drenaje en pacientes con masas anexiales de apariencia benigna (quistes ováricos o abscesos en las trompasovarios). Las contraindicaciones para la biopsia con aguja y drenaje incluyen falta de una vía segura sin obstrucciones para la aguja, trastornos de sangrado y falta de motivación en la paciente. La ecografía tridimensional puede resultar útil en la valoración de enfermedades ginecológicas. Puede reconstruir cualquier plano de interés y es particularmente valiosa para la visualización de anormalidades en el plano coronal. La ecografía 3D tiene mayor capacidad para medir volúmenes que la técnica 2D y, en consecuencia, ayuda a valorar pacientes con trastornos que abarcan desde fibromas hasta infertilidad. Se puede emplear la CT junto con una ecografía pélvica para diagnosticar y tratar varios trastornos, como la enfermedad inflamatoria pélvica, la trombosis en la vena ovárica y los quistes ováricos hemorrágicos. Además, se ha mostrado que las MRI tienen una utilidad particular en la valoración de la trombosis de la vena ovárica.