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INTRODUCCIÓN

El traumatismo oftalmológico ocurre en muchos escenarios y se manifiesta de maneras diferentes, así como con grados distintos de gravedad. Puede resultar en un amplio rango de problemas permanentes, que incluyen pérdida visual leve a total en uno o en ambos ojos, diplopía temporal o persistente, anormalidades cosméticas menores a graves de los ojos y cara, y dolor ocular o periocular.

VALORACIÓN INICIAL

Los pacientes con traumatismos oftálmicos pueden abarcar todo el rango de edades, de sexo indistinto, así como tener alguna extensión de una anormalidad preexistente de los ojos, párpados u órbitas. Sus lesiones se encuentran confinadas a los ojos o asociadas a heridas de la cara y cabeza; son de tal riesgo que amenazan la vida. Por lo regular, los pacientes están completamente conscientes y al tanto de circunstancias y alrededores, pero podrían estar afectados por el consumo de drogas, alcohol o quizá padezcan alguna enfermedad mental. En casos de traumatismos graves con lesiones en la cabeza —incluyendo el hecho de cuando se ha realizado sedación electiva y ventilación para manejar lesiones cerebrales, o cuando la sedación haya sido requerida por otras razones, como entubación y ventilación debido a problemas severos de la vía respiratoria, en las heridas faciales o daño grave al tórax— quizá se encuentren inconscientes y no respondan a estímulos.

La valoración inicial de un paciente con traumatismo oftálmico la realiza con frecuencia un paramédico en la escena del accidente, o en el cuarto de urgencias intervienen una enfermera o un médico, quienes son, principalmente, responsables por la valoración de la persona herida, e identifican cualquier problema que amenace la vida o que requiera tratamiento prioritario. Una vez determinado el manejo de cualquier lesión que haya puesto en riesgo la vida y se hayan estabilizado las condiciones generales del paciente, será posible valorar las lesiones oftálmicas, sea por personal del servicio de urgencias o, según de las circunstancias, por un oftalmólogo.

Antecedentes

Es esencial establecer, tan precisamente como sea posible, las circunstancias y el mecanismo de lesión, así como de cualquier anormalidad oftálmica preexistente, no sólo para optimizar el cuidado oftálmico sino también en caso de una acción legal por daño personal. De manera sorprendente, con frecuencia se pasa por alto el antecedente de golpear metal contra metal, del cual es necesario asumir una lesión penetrante hasta probar otra cosa, en particular si el paciente estaba inconsciente o no estaba en condiciones para proveer la suficiente información; en este contexto, en lo posible se interrogará a las personas que estaban presentes, así como a los miembros de la familia, paramédicos o amigos, quienes aportarán información acerca de las circunstancias en que sucedió el evento o si el paciente sufre de algún trastorno oftálmico preexistente.

A los pacientes cooperadores se les debe preguntar respecto de cualquier cambio subjetivo en la visión de cualquier ojo, dolor, ...

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