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El deterioro o pérdida visual figura entre las 10 principales causas de discapacidad en pacientes geriátricos y se relaciona con mala calidad y menor esperanza de vida. Las estimaciones del número de personas con déficit visual de cualquier tipo varían según sea el criterio empleado para su estudio. Muchos estudios notifican una prevalencia de 1.5 a 3.4 millones de adultos mayores de 40 años en Estados Unidos. En el año 2000, la Organización Mundial de la Salud (OMS) calculó casi 37 millones de ciegos y 124 millones de sujetos con visión baja, sin contar a los pacientes con afectación del campo visual y otras alteraciones funcionales. La incidencia de baja visión o debilidad visual se incrementa con la edad, ya que más de dos tercios de los pacientes tienen 65 años o más.
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El término discapacidad se refiere a los aspectos negativos de la interacción entre un individuo y el medio ambiente; por ejemplo, la deficiencia que producen las limitaciones en la actividad y las restricciones en la participación social. La dependencia alude a la adaptación al medio ambiente; por ejemplo, el uso de ayudas tecnológicas no puede compensar la discapacidad y es necesario recurrir a una tercera persona para realizar las actividades de la vida diaria. Esto es relevante ya que la dependencia afecta el estado de salud, ánimo y calidad de vida, no sólo para el paciente geriátrico sino también para el cuidador y los familiares. Las limitaciones causan problemas en la deambulación libre, ejercicio, lectura, conducción del automóvil, entretenimientos como el cine y la televisión, muchos aspectos que se perciben como naturales y que contribuyen al bienestar diario.
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Cerca de 21% de los sujetos mayores de 65 años de edad refiere alguna forma de deterioro visual (The Lighthouse Inc., 1995). Con base en los datos arrojados por la encuesta nacional Lighthouse de Estados Unidos, 8.7 millones (9%) de estadounidenses mayores de 45 años señalan un deterioro grave de la visión definido como la incapacidad de reconocer a un amigo a la distancia de un brazo extendido, aun con lentes de armazón o de contacto, o bien la imposibilidad de leer el periódico con un texto de tamaño habitual.
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Se ha establecido una relación entre la pérdida de visión (cualquiera que sea su gravedad) y un incremento de los costos de atención no sólo relacionados con problemas oculares, sino con la atención de problemas distintos de los oculares, en comparación con sujetos sanos. Existe además un mayor riesgo de depresión, lesiones, utilización de centros de atención especializados, y admisión a centros de cuidado (asilos).
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Las lesiones y depresión son más frecuentes en aquellos pacientes que presentan pérdida visual de novo que en aquellos con visión baja ya establecida, lo cual se puede atribuir a diversos factores: siempre es un asunto mayor perder la visión, pero la pérdida en relativamente poco tiempo ocasiona mayores dificultades para ...