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A lo largo del texto se enfatiza la necesidad de contar con un conocimiento profundo del paciente envejecido, la naturaleza multidimensional de sus problemas y el respeto a sus preferencias, algo más fácil de asentarlo que de cumplirlo. En estas pequeñas deliberaciones la intención es analizar asuntos que representan controversias y en los cuales las decisiones son difíciles. Varios participantes suscriben los temas, con base en lo dispuesto a lo largo del libro. En todos los tratados sobre geriatría se recomienda evitar los procedimientos invasores y las maniobras o los dispositivos que reduzcan la movilidad. A pesar de lo anterior aún es común encontrar a los pacientes geriátricos totalmente saturados de sondas y sometidos a una interminable serie de estudios programados, las más de las veces en contra de su voluntad. Al parecer, en contraposición a la visión derrotista de no poder ayudar médicamente a un viejo, el apasionamiento se enfoca en el diagnóstico y el tratamiento. Muchas veces el clínico no se pregunta si la atención tiene un objetivo concreto; por ejemplo, definir el diagnóstico, diseñar o cambiar el tratamiento, o mejorar la calidad de la atención y al final la calidad de vida. Numerosos procedimientos se realizan tan sólo por inercia, defensa legal o ignorancia. Cada movimiento y decisión debe ponderarse: ¿para qué se lleva a cabo, en qué cambia el tratamiento y bienestar del paciente? Cuando sólo documenta diagnósticos conocidos y no define una terapéutica, probablemente no sea necesario. Establecer lo que conviene o no a un enfermo en particular no siempre es tarea sencilla; los límites que pueden instituirse muchas veces corresponden a una lógica individual que se nutre de la experiencia y conocimiento; sin embargo, siempre es posible equivocarse. Es por esa razón que antes de tomar decisiones que afecten de una u otra manera a los pacientes es necesario considerar todas las circunstancias que inciden en la atención y concederle la importancia que merece la opinión de quien será objeto de esos procedimientos. En ese sentido, y cuando la duda es pertinaz, existe la obligación de preguntar a otros especialistas y a los familiares cercanos para tomar decisiones conjuntas y evitar, en lo posible, acciones que inflijan más dolor y sufrimiento.
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En las salas de urgencias existe en general poca cultura sobre el envejecimiento, a pesar de que dichos servicios reciben a muchos pacientes de edad avanzada. Primero, confunden las manifestaciones atípicas y tienden a elaborar diagnósticos erróneos; por ejemplo, con mucha frecuencia el delirium y el abatimiento funcional se califican como un episodio cerebrovascular; la caída no se considera como consecuencia de otros problemas de salud, como deshidratación, neumonía o descontrol de enfermedades crónicas, sino más bien como un mero accidente; se buscan las posibles lesiones, que por supuesto no está mal, pero se soslayan las causas. En particular, ante el delirium se realizan diversos procedimientos diagnósticos innecesarios y también se pretende dar apoyos homeostáticos ...