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Una característica del proceso de envejecimiento normal es la disminución de la reserva funcional de varios sistemas fisiológicos mayores, incluidos aquellos que intervienen en la homeostasis de los líquidos corporales. La conjunción del proceso de envejecimiento normal orgánico, las enfermedades propias de esta etapa de la vida y el uso de fármacos específicos producen con facilidad desequilibrio hidroelectrolítico en el sujeto anciano, con ganancias o pérdidas relativas de agua, e hiponatremia e hipernatremia secundarias, respectivamente.
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La regulación normal de los líquidos y electrólitos implica la interacción de varios sistemas fisiológicos mayores; los principales encargados de mantener el equilibrio hidroelectrolítico son los siguientes:
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El mecanismo de la sed.
El riñón, órgano esencial en la homeostasis del agua mediante los mecanismos de dilución y concentración urinarias.
La influencia hormonal de la vasopresina (hormona antidiurética) y el péptido natriurético auricular.
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En los enfermos envejecidos, los trastornos hidroelectrolíticos son más frecuentes, sobre todo cuando consumen múltiples fármacos con efectos sobre la regulación de los líquidos corporales, el acceso a los líquidos es restringido o excesivo, o se modifica la dieta.
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Efectos del proceso de envejecimiento en los sistemas reguladores de los líquidos corporales
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La composición corporal se afecta en los ancianos y el agua corporal total disminuye con la edad. En el varón joven es de 60% y en el viejo disminuye a 54%. En la mujer joven es de 52% y en la anciana de 46%. Esta disminución del agua corporal total ocurre a expensas del compartimiento intracelular. En consecuencia, el exceso o déficit en el aporte de líquidos pueden producir con mayor facilidad hiponatremia o hipernatremia.
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En individuos sanos, el mecanismo de regulación del agua corporal funciona gracias a un servomecanismo que incluye centros neurohormonales hipotalámicos y la capacidad de conservar o excretar agua libre por los riñones. Los cambios sutiles de la osmolaridad, que se presentan fisiológicamente por ganancias o pérdidas de agua, generan cambios en el volumen de las células. Estos cambios de volumen constituyen el mecanismo por el cual funcionan los osmorreceptores, las neuronas hipotalámicas especializadas, localizadas en particular en los núcleos supraóptico y paraventricular. En el caso de la pérdida de agua y el aumento de la osmolaridad, estas células activan una respuesta eferente que consiste en estimular el reflejo de la sed y liberar a la circulación la hormona antidiurética (ADH), un nonapéptido de vida media extremadamente corta que actúa en la nefrona distal para modificar su permeabilidad al agua y permitir que la orina se concentre. En consecuencia, los mecanismos fisiológicos clave para entender las variaciones hidroelectrolíticas y osmorreguladoras en los ancianos son las alteraciones del mecanismo de la sed, el efecto final de la hormona antidiurética y la capacidad para concentrar o diluir la orina en los riñones.
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El mecanismo de la sed es fundamental para el funcionamiento de la osmorregulación y su ...