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Introducción

A pesar de la alta prevalencia de los trastornos del sueño en el anciano, es poco lo que se conoce de ellos. No hace mucho tiempo, estos trastornos eran menospreciados y poco entendidos, es hasta fechas recientes cuando se les da mayor importancia debido a la asociación encontrada en incremento del riesgo cardiovascular, resistencia a la insulina, asociación con enfermedades psiquiátricas como depresión, ansiedad y deterioro cognitivo, riesgo de caídas, entre otras enfermedades; además es un marcador negativo en calidad de vida y riesgo incrementado de muerte. Para fines prácticos usaremos los términos sueño y dormir indistintamente.

Los trastornos del sueño son queja frecuente en geriatría, más de 50% de los ancianos expresa quejas relacionadas con el sueño y es bien sabido que a mayor edad mayor dificultad para conciliar o mantener el sueño. Se consideran un síndrome geriátrico, ya que se presentan con características peculiares, pueden ser manifestación inespecífica de un trastorno subyacente mayor y se encuentran inter-relacionados con otros síndromes geriátricos. Diferentes entidades del viejo los pueden desencadenar (ansiedad, depresión, polifarmacia, inmovilidad, demencia, enfermedades cardiovasculares, gastrointestinales, osteomusculares, etc.), hay problemas intrínsecos en el viejo que los provocan (jubilación, duelos, aislamiento, insomnio primario, movimientos periódicos de las extremidades, etc.) y las consecuencias de estos trastornos repercuten en otros síndromes geriátricos (caídas, fractura de cadera, delirio, deterioro cognitivo, aislamiento, depresión-ansiedad, polifarmacia, incontinencia, fragilidad, abatimiento funcional e inmovilidad).

La necesidad de dormir y obtener un descanso adecuado es esencial para el funcionamiento del cuerpo desde que nacemos hasta que morimos. Y al igual que el comer y respirar, el dormir es necesario para la supervivencia. Los cambios relacionados a la edad en los órganos y sistemas están influenciados por genética, cambios fisiológicos, enfermedades y cambios ambientales. No es de sorprender que el sueño, al igual que otras funciones del cuerpo, se vea afectado a lo largo de la vida de las personas. Pero hay que tener cuidado de no pensar que el mal dormir es fenómeno asociado al envejecimiento, un sueño inadecuado o disfuncional es producto de una gran cantidad de problemas médicos, físicos, funcionales y mentales, así como ciertos fármacos y aspectos sociales como jubilación forzada, duelo, poca participación en la sociedad que deterioran tanto la calidad de vida como la longevidad, afectan al sueño. Además de estos problemas, las personas envejecidas en general disponen de más tiempo libre, muchos salen poco de casa y su día parece más largo por lo que quizá están más atentos de horarios y hasta desean que llegue la hora de dormir para aliviar angustia, aburrimiento y soledad, otros pasan más tiempo en la cama y pueden interpretar las horas de dormir como pocas en relación a las que están acostados. Muchos de estos problemas pueden coincidir y la consecuencia final es el consumo de hipnóticos, que es más frecuente entre los ancianos que en individuos más jóvenes. Se estima que 10 a 25% de los ancianos consume benzodiazepinas, ...

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