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Introducción

La incidencia de las convulsiones en la población geriátrica es muy alta y se incrementa conforme aumenta la expectativa de vida, de tal modo que en personas mayores de 60 años es del triple respecto del grupo de edad de 40 a 59, y en mayores de 85 es seis veces más alta. Sin embargo, los conocimientos acerca del diagnóstico y el tratamiento de las convulsiones en esta población son escasos.

Las convulsiones tienen un gran efecto en la funcionalidad del viejo y dado que ésta es fundamental y debe preservarse, es importante detectar y tratar oportunamente las convulsiones y también las causas.

Etiología

El abanico de posibilidades es amplio cuando se trata de establecer las causas de las crisis convulsivas en el viejo. La principal es la enfermedad vascular cerebral (EVC) de tipo isquémico, que constituye 50%; muchos pacientes con convulsiones sin evidencias de EVC tienen un riesgo 2.89 veces más alto de padecerla en un año. El resto se divide en tumores cerebrales, metástasis, hemorragias, traumatismo craneoencefálico y demencia por Alzheimer. Esta última presenta una mayor incidencia de convulsiones conforme avanza el padecimiento.

Establecer una causa implica un trabajo médico minucioso porque en muchos casos los síntomas difieren en grado considerable respecto de la población joven por los cambios propios del envejecimiento y las comorbilidades que acompañan a la vejez con mucha frecuencia.

Otra causa de las convulsiones son los trastornos metabólicos como hiperglucemia, hipoglucemia, uremia, desequilibrios hidroelectrolítico y acidobásico, fármacos como la fenotiacina y el bupropión, supresión de fármacos (p. ej., benzodiazepinas), abuso de sustancias como el alcohol e infecciones del sistema nervioso central (SNC). Este capítulo se enfoca en las crisis convulsivas producto de lesiones intrínsecas del SNC.

Clasificación

El objetivo de determinar el tipo de crisis convulsiva que un paciente presenta es establecer un tratamiento oportuno y adecuado y, por supuesto, el viejo no es la excepción. Una forma sencilla de clasificar consiste en catalogar las crisis como idiopáticas, sintomáticas o criptógenas. Las idiopáticas son aquellas sin causa identificable; a este grupo pertenecen las crisis convulsivas generalizadas con posible origen genético. Las sintomáticas, por el contrario, se deben a una causa conocida. Las criptógenas son aquellas en las que se sospecha una causa, pero no puede determinarse por los métodos comunes estandarizados.

En la población geriátrica los tipos más frecuentes de crisis convulsivas son las parciales, simples o complejas. Las crisis generalizadas primarias son muy raras y por ello, cuando se informa una crisis de este tipo, se considera como parcial que se generalizó de manera secundaria.

Cuadro clínico

Como ya se mencionó, los cambios fisiológicos propios del envejecimiento y las comorbilidades comunes en este grupo hacen que las manifestaciones clínicas de cualquier enfermedad sean atípicas (lo típico en el ...

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