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Bioética en psicogeriatría
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El rápido crecimiento de la población anciana obliga a mejorar la atención geriátrica, en relación con el estudio, prevención y tratamiento de las anomalías vinculadas con la edad. Entre éstas se encuentran con frecuencia los trastornos psiquiátricos, que por tanto incrementan la función de la psicogeriatría con el propósito de limitar la incapacidad funcional, mental y psíquica. Este propósito puede lograrse a través de una valoración geriátrica integral, que abarca aspectos funcionales, psicológicos-mentales, sociales y biológicos. Para detectar los procesos neuropsiquiátricos es preciso tener un conocimiento objetivo de éstos con base en conceptos psicosociales que permitan incidir en la enfermedad mental relacionada con la comorbilidad, que es frecuente en este grupo etario. En este proceso se necesita con más frecuencia la participación de médicos familiares, internistas, geriatras, psiquiatras y psicogeriatras.
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Las enfermedades mentales en ancianos no institucionalizados de países desarrollados alcanzan una cifra de 12.3%; Shapiro y Skinner (1985) encontraron que sólo 7.81% de los ancianos requiere atención psicogeriátrica, respecto de los pacientes institucionalizados en quienes la prevalencia de enfermedades mentales se acerca a 65%. La principal causa a considerar es la demencia (73%), seguida de los trastornos afectivos.
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En la valoración del estado mental del anciano interviene la psicogeriatría, también llamada psiquiatría geriátrica o geropsiquiatría (se han empleado también otros términos confusos). Como rama de la psiquiatría, la psicogeriatría asiste a los pacientes de este grupo de edad, que a menudo cursan con la presentación dual de trastornos biológicos u orgánicos y los emocionales, mentales o funcionales.
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Las características generales de los sujetos atendidos en unidades de psicogeriatría toman en consideración la edad, que suele fluctuar entre los 60 y 70 años, de acuerdo con la normatividad de cada institución. Entre los principales problemas figuran los relacionados con la edad y la presencia de enfermedades crónicas y degenerativas, entre ellas la demencia de tipo Alzheimer y la demencia vascular; otras veces se trata de problemas afectivos, resultado del control deficiente de anomalías crónicas, falta de elaboración de duelos y apoyo tanatológico. Asimismo, no es raro el caso de pacientes ya con problemas psiquiátricos desde su juventud que llegan a la vejez con estos trastornos.
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En Europa, Estados Unidos y Canadá, el interés por la geriatría en los últimos 20 años, y por los pacientes que acuden a su consulta, pretende ser de mayor ayuda en problemas de tipo no médico, como las afecciones psiquiátricas, que repercuten en grado significativo en la funcionalidad y calidad de vida. Tanto la geriatría como la psiquiatría geriátrica o psicogeriatría surgen en instituciones dedicadas a la custodia de ancianos frágiles y dependientes, que un grupo de médicos y psiquiatras trata de evitar en lo posible con un enfoque derrotista ante la vejez, algo que distingue a la formación médica y psiquiátrica. Hoy se sabe que existen más posibilidades en el tratamiento y rehabilitación de enfermedades físicas y mentales en el viejo ...