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Introducción

Hay que recordar que el paciente anciano necesita poco, pero ese poco… lo necesita mucho.

Hoy en día, la población anciana experimenta un importante espectro de cambios. En los países desarrollados, el porcentaje de individuos mayores de 65 años alcanza 15%; en México, según el último censo, se registra una cifra de 7.2% de mayores de 65 años, por lo que el tema es trascendente.

En Estados Unidos, la población actual de sujetos mayores de 65 años es de 13.1% y se considera que para el año 2030 será de 20%. El segmento de la población de más rápido crecimiento es el de los mayores de 85 años.

En la medicina geriátrica, el énfasis se ha puesto primordialmente en los cuidados de largo plazo; el uso de los servicios de urgencias ha recibido menor atención, a pesar de que se acepta ampliamente que los problemas de los ancianos los hacen recurrir a menudo a la sala de urgencias.

Los servicios de urgencias representan una importante interfaz entre el hospital y la comunidad. Treinta y cinco por ciento de los gastos en salud se eroga en pacientes de más de 65 años, lo cual afecta sin duda a los servicios de urgencias: 15.7% de las consultas de urgencias se brinda a personas ancianas, lo cual representa 46% de los ingresos totales y 47% de los ingresos a unidades de terapia intensiva. El anciano que acude a urgencias presenta enfermedades que exigen el tratamiento en dicho servicio en mayor proporción que los pacientes jóvenes (Rosen).

Cerca de la sexta parte de los ingresos a un hospital se origina en urgencias, y 10 a 30% de los que solicitan atención en urgencias requiere hospitalización.

El médico de urgencias formula una impresión diagnóstica y determina los estados iniciales de valoración y tratamiento; provee un cuidado primario sin establecer relación con los médicos que atienden a esos pacientes en la comunidad.

Los datos epidemiológicos sugieren que la atención de los pacientes ancianos en servicios de urgencias está aumentando en cuanto a proporción de ancianos de la población que se atiende.

Los motivos por los que el anciano solicita atención en la sala de urgencias son distintos a los de la población más joven, como problemas quirúrgicos, traumatismo menor y enfermedad general que a menudo exige hospitalización.

La posibilidad de que una persona necesite hospitalización se eleva con la edad; en algunos estudios, como los de Castillo y Pousada, se sugiere que los individuos solteros, viudos o divorciados se presentan con más frecuencia a urgencias porque no cuentan con una fuente inmediata de ayuda y además utilizan más los servicios de ambulancia que los pacientes jóvenes.

En las salas de urgencias se atiende de inmediato el problema, por el que el paciente acude al servicio, ya ...

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