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INTRODUCCIÓN Y CONCEPTO

La talla baja psicosocial (TBP) es un síndrome o grupo de síndromes de fracaso de crecimiento, retraso puberal, o ambos, que se produce en niños y adolescentes, que va unido a maltrato, privación emocional o ambiente psicosocial adverso, y para el que no es posible encontrar otra explicación1. Este síndrome, conocido desde hace muchos años —aunque todavía queda mucho por dilucidar— ha recibido diferentes denominaciones: enanismo psicosocial, talla baja por privación materna, enanismo por maltrato, fracaso de crecimiento no orgánico, fracaso de crecimiento ambiental, hiposomatotropismo reversible y hospitalismo, entre otras muchas. Esta diversidad de términos obedece a que no hay una clara comprensión de los mecanismos fisiopatológicos implicados en su desarrollo, así como a las peculiaridades de cada caso y a la esfera de actividad del investigador.

El fracaso de crecimiento en niños criados en condiciones sociales adversas, como es el caso de los recogidos en orfanatos o en otras instituciones de acogida, es un fenómeno conocido desde el siglo xix. A principios del siglo xx, la TBP era sinónimo de privación materna y hospitalismo. En la actualidad, continúa siendo un hallazgo habitual en niños que provienen de adopción internacional, especialmente en los procedentes de los países del este de Europa, África, China y otros países asiáticos2. Aunque en este grupo de niños en adopción la causa del fracaso de crecimiento es multifactorial (factores genéticos, prematuridad, retraso de crecimiento intrauterino, exposición prenatal a tóxicos o drogas, deficiencia nutricional, enfermedades infecciosas…), también suele estar presente un componente de abuso, negligencia o deprivación afectiva. En cualquier caso, el síndrome de TBP no es privativo de niños institucionalizados o adoptados; también se da, aunque más raramente, en entornos familiares desfavorables. Su incidencia y prevalencia son desconocidas y, aunque se observa con más frecuencia en familias de clases sociales desfavorecidas, se ha descrito en todos los grupos sociales1.

La hipótesis de que los trastornos emocionales podrían causar un fracaso de crecimiento fue planteada por Talbot y cols. en 19473, quienes propusieron como causa última del hipocrecimiento la existencia de un relativo hipopituitarismo que no revertiría sólo con la mejoría nutricional. Más tarde, en 1951, Widdowson4 publicó un estudio, realizado en 1948 en dos pequeños orfanatos municipales de la zona de Alemania bajo control británico, que fue el primero en el que se demostró que, al margen de la nutrición, el bienestar emocional y social de un niño es imprescindible para la consecución de un crecimiento y desarrollo normales. En 1962, Powell y cols.5, 6, en dos trabajos correlativos publicados en la revista New England Journal of Medicine, establecieron definitivamente las principales características clínicas del síndrome, sugiriendo que el fracaso de crecimiento provocado por la privación emocional era secundario a un defecto de GH que se normalizaba sin tratamiento alguno tras la separación del paciente del ambiente emocional adverso. Estudios posteriores han ido aclarando, ...

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