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La diabetes de tipo1 (DM1) o insulinodependiente es una enfermedad crónica autoinmunitaria causada por la destrucción de las células beta de los islotes pancreáticos, que provoca una deficiencia grave en la producción de la insulina. La enfermedad se inicia a menudo en la infancia o adolescencia, pero una proporción similar de los pacientes se diagnostica en la edad adulta, y puede confundirse con la diabetes de tipo 21. La DM1 se considera una enfermedad de etiopatogenia compleja en la que están implicados factores genéticos (de herencia poligénica) y mecanismos ambientales. Sin embargo, existen variantes muy raras de diabetes autoinmune asociadas a síndromes causados por mutaciones en un único gen, de herencia mendeliana (p. ej., el síndrome poliglandular autoinmunitario de tipo I o SPA-I (OMIM 240300), que se asocia a mutaciones en el gen AIRE (autoimmune regulator gene), o el síndrome de desregulación inmunitaria, poliendocrinopatía y enteropatía ligadas al cromosoma X o IPEX (OMIM 304790) causado por mutaciones en el gen FOXP32; ninguno de estos dos genes se han asociado con la diabetes de tipo 1 de herencia poligénica.
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Aunque gran parte de los pacientes con DM1 carece de antecedentes familiares de la enfermedad, el agrupamiento familiar es significativo y, por ejemplo, la prevalencia entre hermanos de pacientes con DM1 es del 6% (frente al 0.4% de la población general). A pesar de todo, el grado de concordancia en las familias es limitado, y la herencia genética se traduce únicamente en un incremento de la susceptibilidad3, 4. Por esta razón, además de los propios alelos transmitidos, en el desarrollo de la enfermedad pueden estar involucrados otros mecanismos genéticos que regulan su expresión (p. ej., factores epigenéticos; no obstante, la ausencia de pruebas experimentales abre la puerta a otra posibilidad, objeto de intenso debate: el papel del medio ambiente (prenatal y posnatal) interactuando con la genética y modulándola. Distintos factores ambientales, entre ellos varios agentes infecciosos y componentes de la dieta, han sido o están siendo investigados para determinar su posible papel en la respuesta autoinmunitaria que desemboca en la destrucción de las células beta pancreáticas. Con toda esta información, la hipótesis predominantemente aceptada sostiene que la susceptibilidad a la diabetes mellitus de tipo 1 estaría ligada a un locus principal, y que existirían otros loci secundarios que contribuirían al riesgo de DM1 de forma epistática4. Tampoco puede descartarse la posibilidad de que la DM1 sea una enfermedad genéticamente heterogénea, con diferentes loci que influirían sobre el riesgo hereditario en las familias. Los estudios genéticos en distintos grupos poblacionales apoyarían la existencia de cierto grado de heterogeneidad, al menos en el caso de los loci secundarios. No obstante, en familias con la enfermedad, la susceptibilidad genética, además de la asociada al alelo heredado, depende de otros factores como son el grado de parentesco o el grado de identidad genética con el familiar enfermo. En este sentido, el ...