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INTRODUCCIÓN

El tratamiento actual de la diabetes ha representado un aumento notable de la esperanza y calidad de vida de los pacientes. Los niños con diabetes no suelen morir por descompensación cetoacidótica, al menos en nuestro medio, y la mayoría de ellos puede seguir una escolaridad normal y alcanzar un buen nivel psicofísico. Sin embargo, la curación definitiva de la enfermedad todavía sigue siendo una meta difícil de conseguir, a pesar de los grandes adelantos y conocimientos en el campo de la genética, la epidemiología y la inmunología, que han permitido aplicar tratamientos preventivos en el estadio prediabético de la enfermedad. Esta aplicación, aún sin resultados definitivos, supone una cierta esperanza de futuro.

Existen limitaciones en el planteamiento terapéutico óptimo que pudiera conducir a la ausencia de complicaciones crónicas a lo largo de la vida y a un estado de “salud”. Los avances más significativos de estas últimas décadas demuestran una inquietud constante1: así, se han introducido las insulinas humanas, con una menor capacidad inmunógena; se han obtenido análogos con una actuación más rápida que la insulina regular y, más recientemente, se han conseguido otros de acción prolongada cuyas características permiten proporcionar una concentración de insulina basal sin picos2; se han mejorado los métodos de monitorización domiciliaria de la glucosa y su interpretación, y existe la posibilidad de medir la hemoglobina glucosilada como parámetro fiable de control metabólico. No obstante, la creación de equipos diabetológicos de apoyo y educación es hoy en día una necesidad incuestionable. Su fundamento es conseguir la transferencia progresiva de las responsabilidades en el cuidado de la diabetes a la familia o al propio paciente, de acuerdo con su capacidad. La intervención activa en el tratamiento es imprescindible, y conseguirla es uno de los objetivos prioritarios. La falta de cooperación entre el personal sanitario y el propio paciente o su familia, o un insuficiente grado de aceptación familiar o de instrucción o apoyo de los medios sanitarios hace imposible alcanzar esta meta y puede desembocar en la aparición de diabetes inestable de difícil solución.

En el tratamiento de la diabetes hay que considerar, además de los pilares clásicos –insulina, dieta y ejercicio–, el autocontrol, al cual sólo puede llegarse mediante una educación diabetológica intensa.

OBJETIVOS DE TRATAMIENTO

  1. El tratamiento debe permitir que el niño lleve una vida prácticamente normal, con ausencia de sintomatología y de complicaciones agudas de su enfermedad.

  2. El objetivo general a largo plazo será garantizar un desarrollo psicosomático normal e impedir, en lo posible, la aparición de complicaciones crónicas microvasculares y macrovasculares.

  3. El objetivo específico de todo tratamiento será conseguir la normoglucemia, ya que está demostrada la relación entre la aparición de complicaciones y el mal control metabólico3.

Dentro de esta estrategia terapéutica, habrá que considerar además aspectos específicos, que repercuten sobre la enfermedad en el niño y que son muy variables ...

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