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Los editores de Schwartz. Principios de cirugía desean dedicar esta décima edición a la memoria del Dr. Robert S. Dorian, el único autor del capítulo de anestesia en las últimas tres ediciones. El Dr. Dorian nació en Filadelfia y creció en Livingston, Nueva Jersey, donde su padre era un prominente ginecólogo. Realizó su primer ciclo universitario en física y música en Tufts University, en Boston, al mismo tiempo que estudiaba piano en el New England Conservatory of Music. Bob recibió su educación médica en Rutgers Medical School en Piscataway, Nueva Jersey. Después de realizar su internado en cirugía en el Downstate Medical Center en Brooklyn, recibió su capacitación en anestesiología en el Weill Cornell Medical College y el New York Hospital en la ciudad de Nueva York. Completó una residencia en anestesiología pediátrica en el Boston Children’s Hospital y en Harvard Medical School. Después de esto, Bob estableció su práctica en el St. Barnabas Medical Center y avanzó hasta convertirse en Director del Departamento de Anestesiología, puesto que conservó por 14 años hasta su muerte. Era muy respetado en los ámbitos nacional e internacional como un director sobresaliente.
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Bob era un anestesiólogo consumado, educador, mentor y amigo maravilloso. Era el mejor de los anestesiólogos clínicos y estaba dedicado a proporcionar el más alto nivel de atención a sus pacientes. Era un maestro extraordinario y como director del programa de residencia en St. Barnabas durante 10 años, entrenó a muchos residentes. Sus residentes lo adoraban por la enorme atención que le daba a cada uno para asegurar que tuvieran una excelente capacitación en área y que se colocaran en los mejores puestos en todo el país. Bob también era un músico, estudioso y pensador increíblemente dotado. Su intelecto, humanidad y sentido del humor eran inspiradores para todos los que lo conocían. Bob tenía el respeto internacional por su trabajo humanitario, con misiones médicas frecuentes en poblaciones con escasa atención de todo el mundo. En esta tarea estuvo acompañado por su esposa, Linda, y sus hijas Rose y Zoe.
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El Dr. Dorian tenía un don especial, que era hacer aflorar lo mejor de cada persona que conocía y hacerla sentir muy especial. Iluminaba cualquier habitación y hacía de cualquier encuentro una ocasión memorable. El mantener una conversación con Bob era uno de los grandes placeres de la vida. Sus colegas, enfermeras y pacientes esperaban su llegada porque los haría reír e iluminaría su día. Era amado por todos y se le extrañará mucho.
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La memoria y legado de Bob vivirá en los miles de pacientes a los que atendió, en los programas académicos que fomentó, en las generaciones de anestesiólogos que capacitó y en su notable familia. Sus palabras e intelecto serán conservados en este libro de cirugía.
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James R. Macho, MD, FACS, y los editores de Schwartz. Principios de cirugía, 10a. edición