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Conforme la población envejece, se espera un incremento espectacular en el número de pacientes geriátricos que requerirán varias intervenciones quirúrgicas. El U.S. Census Bureau estima que el número de personas de 65 años de edad o mayores se duplicará entre el 2010 y el 2050.1 Para el año 2030, las personas de 65 años de edad o mayores representarán 20% de la población general. Además, se espera que la mitad de todos los estadounidenses alcancen la novena década de la vida.2 Los pacientes geriátricos representan un reto quirúrgico singular por la complejidad de las enfermedades asociadas, aunado a los cambios fisiológicos que ocurren con el envejecimiento. Como consecuencia de estas consideraciones y en respuesta a la investigación y protocolos especializados de atención, que se ajustan para el intervalo de edad, la cirugía geriátrica ha surgido como una subespecialidad de la cirugía, tanto como la cirugía pediátrica se desarrolló hace varias décadas.
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La fisiología del envejecimiento es de gran importancia en el tratamiento preoperatorio de pacientes quirúrgicos en edad avanzada más que la edad cronológica, porque toma en consideración la carga de enfermedades asociadas. Por lo tanto, es un predictor preciso de la morbilidad y mortalidad posoperatorias. El sello característico del envejecimiento fisiológico o “senescencia” es la disminución de la reserva funcional de aparatos y sistemas críticos, lo que ocasiona disminución de la capacidad de estos sistemas para responder a la sobrecarga, utilizando como primer ejemplo la tensión fisiológica inducida por una intervención quirúrgica. En términos generales se acepta a los 70 años como el inicio de la senescencia, porque se incrementa súbitamente la disfunción orgánica relacionada con la edad y el desarrollo de enfermedades asociadas entre los 70 y 75 años.3 Estos criterios para la senescencia contrastan con los estudios clínicos publicados hace 50 años, en los que se clasificó a los pacientes ancianos como aquellos con más de 55 años. Con la mejoría en las tecnologías y ampliación de los criterios para intervenciones quirúrgicas en pacientes con edades extremas, se necesita mayor conciencia de las necesidades especiales de esta población para asegurar una valoración preoperatoria amplia, proporcionar la atención quirúrgica óptima y reducir las complicaciones posoperatorias. También es fundamental que se desarrolle un método multidisciplinario, que incluya al paciente y sus cuidadores en el hogar, médicos geriatras, cirujanos y en ocasiones, especialistas en cuidados intensivos.
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1 Se calcula que para el año 2030 habrá 70 millones de personas de más de 65 años de edad en Estados Unidos, un incremento notable en comparación con los 35 millones que se reportaron en el año 2000.4 Esta población creciente de ancianos requerirá mayor atención quirúrgica y de hecho, los pacientes mayores de 65 años de edad ya constituyen casi 50% de todas las operaciones de urgencia y 75% de la mortalidad quirúrgica.4 Estas estadísticas obligan al cirujano a tener una comprensión profunda de la valoración preoperatoria cuidadosa necesaria en los pacientes ...