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La American Academy of Pediatrics y el American College of Obstetricians and Gynecologists (2012) recomiendan que haya al menos una persona en la atención del parto, cuya principal responsabilidad sea el recién nacido y que sea capaz de iniciar una reanimación que incluya intubación, acceso vascular y administración de fármacos. Por lo general, un pediatra, enfermera certificada, anestesiólogo, enfermera anestesióloga o enfermera con entrenamiento especial realizan esta función. Sin embargo, en su ausencia, la responsabilidad de la reanimación neonatal recae en el obstetra. En consecuencia, los obstetras deben conocer bien las medidas para la atención inmediata del recién nacido.
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INICIO DE LA VENTILACIÓN
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Justo después de nacer, el recién nacido debe iniciar con rapidez la ventilación, cuando los alveolos llenos de líquido se expanden con aire y la perfusión pulmonar se establece. El recién nacido empieza a respirar y llora casi de inmediato al nacer, lo que confirma el establecimiento de la respiración activa. Algunos factores que parecen influir en la primera ventilación son los siguientes:
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Estimulación física: un ejemplo es la manipulación del recién nacido durante el parto.
Privación de oxígeno y acumulación de dióxido de carbono: aumentan la frecuencia y magnitud de los movimientos respiratorios antes y después de nacer (Dawes, 1974).
Compresión torácica: esto ocurre durante el descenso por la pelvis, después de lo cual el parto vaginal expulsa el líquido de las vías respiratorias en un volumen equivalente a un cuarto de la capacidad funcional residual final (Saunders, 1978).
La aireación del pulmón del recién nacido no incluye la insuflación de una estructura colapsada, sino la sustitución rápida del líquido bronquial y alveolar por aire. Después del nacimiento, el líquido alveolar residual se elimina a través de la circulación pulmonar y, en menor grado, por vía de los linfáticos pulmonares (Chernick, 1978). Es probable que el retraso en el retiro del líquido de los alveolos contribuya al síndrome de taquipnea transitoria del recién nacido (Guglani, 2008). A medida que se reemplaza líquido por aire, la compresión de la vasculatura pulmonar se reduce de modo considerable y, a su vez, decrece la resistencia al flujo sanguíneo. Por lo general, con el decremento de la presión arterial pulmonar, el conducto arterioso se cierra (fig. 7-8, pág. 136).
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Se requieren presiones intratorácicas negativas elevadas para desencadenar la entrada inicial de aire hacia los alveolos llenos de líquido. En circunstancias normales, desde la primera ventilación después del nacimiento se acumula de forma progresiva más aire residual en los pulmones y con cada respiración sucesiva se requiere presión de abertura pulmonar más baja. En el recién nacido maduro normal, alrededor de la quinta respiración, los cambios de presión-volumen que se alcanzan con cada respiración son muy similares a los del adulto. En consecuencia, el patrón ventilatorio cambia de las inspiraciones episódicas poco ...