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Más de 1% de los embarazos se complica con alguna cardiopatía y en la actualidad constituye la causa principal de las muertes maternas indirectas: representa un 20% de los casos (Simpson, 2012). En un estudio de mortalidad materna realizado en Estados Unidos entre 1987 y 2005, las causas que provocaban con anterioridad la mayor parte de las muertes maternas (hemorragia y enfermedades hipertensivas) disminuyeron en forma progresiva, mientras que las muertes atribuidas a una cardiopatía aumentaron (Berg, 2010). Asimismo, la mortalidad materna por cardiopatía aumentó en el Reino Unido de 1.65 a 2.31 por 100 000 nacimientos entre 1997 y 1999 y entre 2006 y 2008 (Centre for Maternal and Child Enquiries, 2011). Las enfermedades cardiovasculares también generan una morbilidad materna considerable y constituyen la causa principal del ingreso a la unidad de cuidados intensivos obstétricos (Small, 2012).
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Es probable que la ascendente prevalencia de las enfermedades cardiovasculares como complicación del embarazo sea secundaria a ciertas causas, entre ellas la mayor frecuencia de obesidad, hipertensión y diabetes. En realidad, de acuerdo con las United States National Center for Health Statistics, casi 50% de los adultos de 20 años y mayores tiene cuando menos un factor de riesgo cardiovascular (Fryar, 2012). Como se muestra en la figura 49-1, la prevalencia de estos factores de riesgo entre las mujeres de edad reproductiva es elevada. Otro factor vinculado es el embarazo tardío. Entre 1970 y 2006, la tasa de primeros partos en mujeres de 35 años o más aumentó casi ocho veces (Mathews, 2009). Por último, según se describe más adelante, cada vez se embarazan más pacientes con una cardiopatía congénita.
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CONSIDERACIONES FISIOLÓGICAS DEL EMBARAZO
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Fisiología cardiovascular
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Los pronunciados cambios anatómicos y funcionales de la fisiología cardiaca inducidos por el embarazo tienen efectos profundos sobre las cardiopatías subyacentes (cap. 4, pág. 58). Algunos de estos cambios se mencionan en el cuadro 49-1. Es importante señalar que el gasto cardiaco aumenta casi 40% durante el embarazo. Casi 50% de este incremento empieza a las ocho semanas y alcanza su punto máximo a la mitad de la gestación (Capeless, 1989). Este aumento comienza con un mayor volumen por latido como efecto de la menor resistencia vascular. Más adelante en el embarazo, el pulso y el volumen por latido en reposo se incrementan aún más al hacerlo el volumen ventricular telediastólico como resultado de la hipervolemia gestacional. Este fenómeno, combinado con la aceleración de la frecuencia cardiaca, tiene como consecuencia un mayor gasto cardiaco que sigue en ascenso durante el embarazo hasta alcanzar un promedio de 40% más al término. Tales cambios ...