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Escribir es siempre muy difícil, sobre todo hacerlo de forma aparentemente sencilla.
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Una nueva edición es una oportunidad fresca para actualizar, para completar lo que se dejó pendiente en ediciones pasadas, y aunque por lo regular uno termina siendo “presa del tiempo”, éste ahora nos da una coyuntura para mejorar lo hecho en trabajo anterior, tanto en el concepto de fondo como en forma.
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En este 2015, Micología médica básica está cumpliendo 25 años, o un cuarto de siglo, razón de más para aceptar nuevamente el reto de revisar, ampliar y modificar esta obra. En particular se ha hecho un reordenamiento de un grupo de enfermedades, específicamente el de las hialohifomicosis, que aunque no son muy frecuentes sí revisten gran importancia. Lo mismo hemos hecho con una serie de enfermedades “raras” para nuestro medio, las cuales se han agrupado; en este caso tiene particular importancia el caso de las microsporidiosis —o infecciones causadas por microsporidias—, pues durante años estos microorganismos fueron considerados como parásitos y, por tanto, incluidos en libros de parasitología; sin embargo, con la evidencia derivada de las técnicas actuales de biología molecular y morfológicas, ahora son considerados como hongos verdaderos y han quedado en un “limbo taxonómico” que está en constante cambio. Así que decidimos incluirlos en esta edición, dejando el tema en manos de una experta como lo es la doctora Rosa María Sánchez-Manzano, de la Escuela de Ciencias Biológicas del Instituto Politécnico Nacional.
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Asimismo, se ha agregado un capítulo muy especializado sobre el papel de la cirugía en algunas micosis, en el que se abordan el criterio quirúrgico y las técnicas específicas en algunas de las micosis; para esto, recibí el ofrecimiento de mi amigo, el doctor Leonel Fierro-Arias, experto cirujano dermatólogo —hemos trabajado juntos desde sus etapas de residente y ahora como compañeros del Servicio de Dermatología—.
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“El color a nuestro favor”, o más correctamente a favor del lector. Desde la edición previa recibimos el ofrecimiento de la editorial para realizar la obra con colores en dibujos, figuras, cuadros, diagramas, etc., lo cual nos pareció excelente, en particular porque en los países latinoamericanos el color es vital. Basta con asomarse a la obra pictórica de cualesquiera de ellos para ver la auténtica explosión del colorido, eso nos permite fijar de mejor manera el conocimiento y más aún el de las formas microscópicas de los hongos. Así, desde la edición anterior hicimos una regla sencilla: para las formas asexuadas de los hongos —que son las más importantes para su reconocimiento y diagnóstico— manejamos cuatro o cinco colores, los cuales ofrecen una información más precisa. Así, el amarillo representa a las hifas de hongos claros o hialinos y lo cambiamos a café cuando son de hongos oscuros (dematiáceos); el verde es empleado para las estructuras de sostenimiento y/o especializadas; el azul indica las células conidiogénicas o células “madre” y el rojo se utiliza para los conidios o esporas. Con esta regla de colores, ofrecemos al lector una guía sencilla para que el conocimiento morfológico sea más práctico y digerible.
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Nuevamente cada uno de los capítulos fue revisado y tiene el apuntalamiento de literatura fresca, de muchos trabajos y artículos; hemos dejado las cosas más actuales, muy en particular porque en la micología sigue el desbordante cambio de nombres, todo esto por el desarrollo de la biología molecular que nos permite dar datos más precisos sobre éstos. Aunque se trata de una obra actualizada, sabemos que en cuanto salga a la luz ya habrá nuevos cambios por hacer; esto es normal en la ciencia, donde el cambio es la constante. Hemos incrementado el número de algoritmos de diagnóstico e identificación de hongos, así como los diagramas que dan más información en menos espacio.
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Como he apuntado en prólogos anteriores, aunque yo sea quien signe la obra, en realidad éste es el resultado de muchos esfuerzos, algunos muy visibles como la permanente ayuda de la doctora Denisse Vázquez, la invaluable colaboración de Marco Antonio Hernández —verificando que el material iconográfico, diagramas y algoritmos estuviesen casi a perfección—, la acuciosa revisión técnica de Fernando Montelongo, el auxilio diario de Javier Araiza, la comunicación e intercambio micológico con Fernando Gómez-Daza (Venezuela); asimismo, el trabajo tan especializado de Gloria González consolida de manera significativa esta obra; lo mismo con relación a mis hermanos micológicos, Alberto Stchigel y Josep Cano (Reus, España), parte del prestigioso grupo del doctor Josep Guarro, quienes con su trabajo tan fino permitieron darle un peso más importante a la parte básica y al apoyo permanente del profesor Sybren de Hoog (Utrecht, Holanda). Hay también otro esfuerzo, quizás menor pero no menos importante: el del lector que detecta los pequeños errores de ediciones pasadas y quiere ayudar a corregirlos, aquel que rectifica que una zona geográfica de su país no corresponde con la epidemiología y nos ayuda a ser más precisos, el del residente o médico que nos envía imágenes que considera que pueden ser más representativas, toda esa suma de pequeños esfuerzos hace que esta obra tenga más riqueza, porque cuenta con un mayor aporte.
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Para dar inicio a esta edición leí muchas frases que podrían ser una buena forma de emprender de nuevo esta aventura, y elegí a una de mis escritoras favoritas, Ana María Matute, tristemente recién fallecida, quien escribió: “Escribir es siempre muy difícil, sobre todo hacerlo de forma aparentemente sencilla”. Si esto lo trasladamos a la ciencia suele ser más cierto; esa ha sido mi preocupación desde el albor de esta obra, que represente algo accesible, sencillo para el lector. Afirmar que lo hemos logrado no nos corresponde, más bien son los estudiantes, los profesionistas, los especialistas, los lectores quienes darán su aval. Nosotros, yo en particular, trato de ser solamente “la voz simple de los hongos”.
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Regla del manejo de colores:
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Para las formas de reproducción asexuada (anamórfica), los colores indican lo siguiente:
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Amarillo: para las hifas de hongos claros o hialinos
Café: para las hifas de hongos negros o melanizados
Verde: para las estructuras de sostenimiento
Azul: para las estructuras conidiogénicas o fértiles
Rojo: para los conidios o para las formas de reproducción asexual.
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