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El término futilidad está sujeto a interpretación. Los profesionales de la salud pueden interpretar como intervenciones fútiles las que conllevan la imposibilidad absoluta de un resultado exitoso, pocas probabilidades de éxito, pocas posibilidades de supervivencia hasta el egreso del hospital o pocas posibilidades de conservar una calidad de vida significativa. Futilidad es “cualquier esfuerzo por alcanzar un resultado posible, pero que el razonamiento o la experiencia sugiere como muy improbable y que no se produce en forma sistemática”.14 No hay un consenso entre los médicos sobre el significado de futilidad. Es probable que sea más exacto usar términos como no beneficioso, ineficaz o pocas probabilidades de éxito.
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Es difícil tomar la decisión de omitir o limitar las intervenciones médicas cuando se anticipan pocas probabilidades de éxito.15,16 Muchos especialistas en ética coinciden en que los médicos no están obligados a aplicar tratamientos que consideren de poco o ningún beneficio para el paciente. El American Medical Association Council on Ethical and Judicial Affairs señaló que la CPR puede omitirse, incluso si la solicita el paciente, “cuando el médico considera que los esfuerzos para reanimar al enfermo son inútiles”.17 A menudo surgen dilemas sobre cuáles son las intervenciones no beneficiosas porque no hay una buena comunicación entre el médico, el paciente y la familia. Ésta es una preocupación particular en la medicina de urgencias, en la que rara vez existen relaciones previas con los pacientes o su familia, y a menudo el tiempo es insuficiente para establecer relaciones eficaces. Por tanto, los esfuerzos iniciales deben centrarse en mejorar la comunicación, orientar y tomar decisiones conjuntas.
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Varias políticas ayudan a decidir cuáles intervenciones no son provechosas. El American College of Emergency Physicians señala que “los médicos no tienen obligación ética de administrar tratamientos cuando consideren que tienen una probabilidad poco realista de producir un beneficio médico al paciente”. Los criterios de los médicos de urgencias deben ser imparciales, basarse en la evidencia científica disponible y en los estándares sociales y profesionales, además de tener en cuenta las diferencias de opinión sobre el valor de la intervención médica en diversas situaciones.18
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Al final, la decisión sobre la CPR y su probabilidad de beneficio para el paciente, así como las decisiones de suministrar, limitar u omitir los esfuerzos de reanimación, la toma el médico de urgencias en el contexto de los resultados de las investigaciones bien aceptados, los deseos del paciente y su familia y su criterio profesional. Deben evitarse los prejuicios personales sobre lo que significa calidad de vida u otros aspectos relacionados. Existen muchas situaciones en las que la muerte puede aceptarse como un proceso natural, incluso en una situación de urgencia.