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El dolor crónico es un trastorno que dura más de tres meses, cuando el dolor persiste más del tiempo razonable para que se cure una lesión o el dolor persista más de un mes después de la evolución habitual de una enfermedad aguda. Hay cuatro tipos básicos de dolor crónico: dolor persistente después del tiempo de curación normal para una enfermedad o lesión, dolor relacionado con una enfermedad degenerativa crónica o enfermedad neurológica persistente, dolor relacionado con cáncer y dolor que surge o que persiste sin una causa identificable. El dolor crónico difiere del dolor agudo en su función. El dolor agudo es en esencia una señal biológica para indicar al individuo que interrumpa una actividad potencialmente nociva o para que busque atención médica con rapidez. El dolor crónico no tiene una función biológica obvia.
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La erradicación completa del dolor no es un objetivo terapéutico razonable en la mayor parte de los casos. El objetivo del tratamiento es la reducción del dolor y el restablecimiento del estado funcional. Los síndromes de dolor crónico que se revisan en este capítulo se dividen en trastornos neuropáticos y no neuropáticos. También se revisa el caso de los pacientes que buscan recibir fármacos.
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CARACTERÍSTICAS CLÍNICAS
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Los síndromes no neuropáticos comparten ciertas características, de las cuales, la más común es el dolor muscular (cuadro 42-1). Una característica común a la mayoría de los síndromes neuropáticos es la alodinia, una respuesta dolorosa disestésica a un estímulo que por lo general no suele ser doloroso (cuadro 42-2).
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