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La bronquitis aguda es la inflamación de los bronquios de calibre grande de los pulmones, que por lo regular cede por sí sola en un lapso de hasta tres semanas. Su manifestación primaria es la tos, con esputo o sin él y por medio de valoración clínica o por radiografía de tórax es factible diferenciar entre ella y la neumonía. La bronquitis mencionada afecta a 5% de adultos estadounidenses cada año, y predomina en el invierno y el otoño. En Estados Unidos, en el medio ambulatorio la bronquitis aguda ocupa el noveno lugar en frecuencia, según lo notifican los médicos familiares y los que laboran en las salas de urgencias.
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En referencia a su origen, la bronquitis aguda comparte muchos de los mismos patógenos y síntomas del resfriado común, y ella por lo común aparece después de infecciones de vías respiratorias altas. La manifestación primaria del síndrome del resfriado común2 puede ser la tos, con generación de flemas o sin ellas, manifestación que puede prevalecer incluso en 83% de los casos en los primeros dos días del resfriado común.3 Es posible diferenciar entre la tos que acompaña a dicho cuadro, y la de la bronquitis, en que el goteo posnasal y el “aclaramiento” de la laringe constituyen un síndrome de tos de vías respiratorias altas.2
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En Estados Unidos se hacen más de 10 millones de visitas a consultorios cada año a causa de episodios de bronquitis aguda.4-6 La causa principal de la busca de atención médica es el alivio de dicho síntoma; propicia anualmente 10 visitas de tipo ambulatorio por mil personas cada año.7 Por costumbre, los resfriados y la bronquitis son los trastornos que, a decir de los pacientes, fueron la justificación para recurrir a la protección con antibióticos.5 En el cuadro 67-1 se señalan los factores vinculados con la antibioticoterapia.
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