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En Estados Unidos cada año acude una gran cantidad de pacientes adultos a los servicios de urgencias por “dolor de estómago y abdominal, cólicos o espasmo” más que por cualquier otro motivo de consulta. En el 2006, 6.7% de las visitas a los servicios de urgencias (8.04 millones de valoraciones) fueron a causa de dolor abdominal.1 Los aspectos demográficos (edad, género, grupo étnico, antecedentes familiares, orientación sexual, prácticas culturales, geografía) influyen tanto en la incidencia como en la expresión clínica de la enfermedad abdominal. La anamnesis, signos vitales y datos de la exploración física podrían no señalar un diagnóstico específico y a menudo los exámenes de laborato-rio no son útiles. Aunque no siempre se puede identificar la causa exacta del dolor del paciente, se desea descartar una enfermedad que pone en riesgo la vida y disminuir la lista de posibilidades diagnósticas para realizar el estudio diagnóstico. En su totalidad, es fundamental la sospecha clínica para casos de enfermedades graves, en especial en pacientes de grupos de alto riesgo.
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En forma tradicional, el dolor abdominal se divide en tres categorías neuroanatómicas: visceral, parietal y referido.
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Éste suele ser causado por distensión de fibras no mielinizadas que inervan las paredes o cápsulas de los órganos. Con menor frecuencia, es causado por isquemia temprana o inflamación. El dolor visceral a menudo se describe como “cólico, sordo o continuo” y puede ser estable o intermitente. Los pacientes con dolor visceral de tipo cólico por lo común son incapaces de permanecer quietos. Las fibras aferentes viscerales siguen una distribución segmentaria y por tanto, la corteza sensorial a menudo localiza el dolor visceral en el nivel aproximado de la médula espinal, lo que depende del origen embriológico del órgano afectado (cuadro 74-1).
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Los órganos intraperitoneales reciben inervación bilateral, por lo que los estímulos se envían a ambos lados de la médula espinal ocasionando que el dolor visceral intraperitoneal se perciba en la línea media, independientemente de que se origine en el lado anatómico derecho o izquierdo. Por ejemplo, los estímulos de las fibras viscerales en la pared apendicular penetran a la médula espinal al nivel de T10. Cuando una obstrucción causa distensión apendicular en la apendicitis temprana, el dolor al inicio se percibe en la región periumbilical en la línea media, lo que en términos generales corresponde a ...