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La retención urinaria aguda es una urgencia urológica dolorosa frecuente que se caracteriza por la incapacidad súbita para expulsar la orina y se relaciona con distensión abdominal baja o dolor. La mayoría de los pacientes con retención urinaria son varones ancianos, y su incidencia y riesgo se incrementan con la edad. La causa más frecuente de retención urinaria es la hiperplasia prostática benigna (BPH, benign prostatic hyperplasia), con o sin factores desencadenantes, que desencadena una obstrucción de la vía de salida de la vejiga urinaria.1 Se necesita anamnesis y exploración física exhaustivas para identificar el proceso patológico subyacente y los factores que desencadenaron la obstrucción. El manejo en la actualidad para la retención urinaria consiste en colocar una sonda (uretral o suprapúbica), aplicar medidas médicas de apoyo y decidir la atención posterior.
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La retención urinaria se debe al incremento de la resistencia al flujo de la orina por medios mecánicos o dinámicos, la limitación del control neurógeno de la contractilidad del músculo detrusor y a la descompensación subsecuente de la función de vaciamiento. El proceso de vaciamiento, o micción, implica una integración y una coordinación complejas de funciones neurológicas corticales superiores (simpáticas, parasimpáticas y somáticas) y musculares (músculo liso del detrusor y el esfínter). Para el vaciamiento normal de la vejiga se necesita la contracción coordinada de la musculatura lisa de la vejiga al tiempo que se reduce la resistencia del músculo liso y estriado del esfínter, y que no exista ninguna obstrucción anatómica. Por ende, la modulación neurológica desempeña una función importante en el proceso de vaciamiento.
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La inervación simpática, encargada del control de las vías urinarias bajas y de la función de almacenamiento de la orina, tiene su origen en las vértebras T10 a L2. La inervación somática que genera el nervio pudendo (S2, S3 y S4) hace posibles los impulsos sensitivos y el tono muscular de la pelvis. Cuando se transmite el impulso sensitivo de distensión vesical hacia los centros corticales, estas regiones del encéfalo coordinan con agilidad la micción voluntaria.
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Cualquier afectación que interfiera en el control neurológico del proceso de micción puede perturbar la función de vaciamiento. La retención urinaria es la incapacidad para orinar de manera voluntaria a pesar de que exista distensión vesical, y es consecuencia de la disfunción del proceso normal de micción, que implica sobre todo la función del músculo detrusor y su coordinación con el control de la salida vesical. Al tiempo que se incrementa de manera progresiva la obstrucción de la vía de salida vesical, el chorro urinario pierde fuerza y tamaño, a pesar de la contracción forzada y prolongada del detrusor. Cuando existe descompensación crónica de la micción, la disminución de la contractilidad del músculo detrusor es más pronunciada y el volumen de orina residual es mayor, a diferencia de lo que ocurre en la descompensación aguda.