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La deshidratación es producida por el equilibrio hídrico negativo a causa de una menor ingestión, mayor eliminación (renal, digestiva o por pérdidas insensibles a partir de la piel o el aparato respiratorio) o por respuestas generalizadas a determinadas situaciones patológicas como quemaduras o septicemia. La deshidratación provoca pérdida de agua corporal total y electrólitos en el líquido intracelular (ICF, intracellular fluid) y líquido extracelular (ECF, extracellular fluid); algunas veces se acompaña de signos numerosos y otras es asintomática, leve, moderada o grave, con o sin choque hipovolémico. En el cuadro 142-1 se enumeran sus causas más frecuentes.
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Los lactantes y niños son especialmente propensos a deshidratarse por una serie de razones embriológicas y fisiológicas. En primer lugar dependen de la persona que los cuida para obtener líquidos por vía oral y por lo tanto no pueden regular su consumo. Además, las diferencias tanto fisiológicas como fisiopatológicas entre niños y adultos ocasionan mayores necesidades y eliminación de líquido en los niños pequeños. Los lactantes que crecen con rapidez tienen un metabolismo basal muy elevado y necesitan un número relativamente elevado de calorías en relación con su peso corporal; por lo tanto, su metabolismo necesita una mayor cantidad de agua. En los lactantes, el recambio diario de agua libre es hasta tres o cuatro veces mayor que el del adulto. Este recambio incluye las pérdidas insensibles a partir de la piel y el aparato respiratorio, que casi siempre carecen de electrólitos. La eliminación de agua a través de la orina corresponde a 50% de los requerimientos diarios de líquido y constituye el origen principal de las pérdidas sensibles; en los lactantes la capacidad para concentrar orina es reducida, de manera que eliminan una cantidad relativamente abundante de agua libre a través de los riñones para excretar solutos. Además, un mayor porcentaje del agua corporal total del lactante es contenido en el espacio extravascular frente a los niños mayores y adultos. Este fenómeno aumenta el riesgo de anomalías cardiovasculares al enfrentar pérdida repentina de líquido.1,2
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Los estados hipermetabólicos aumentan los requisitos de agua libre. Los más frecuentes son fiebre (que aumenta la necesidad de agua libre en aproximadamente 12% por cada grado centígrado de elevación de la temperatura por arriba de lo normal) y ...