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La intoxicación por barbitúricos se ha relacionado desde un punto de vista histórico con el mayor riesgo de morbilidad y mortalidad entre todos los sedantes hipnóticos.1,2 El uso terapéutico de los barbitúricos ha disminuido por la introducción de sedantes hipnóticos más seguros, menos tóxicos, como las benzodiazepinas, y los anticonvulsivos de segunda generación. No obstante, la sobredosis y la intoxicación por barbitúricos todavía se encuentran en el departamento de urgencias (ED, emergency department). Durante 2008, la American Association of Poison Control Centers destacó que hubo 2 719 exposiciones a barbitúricos informadas en sus centros; 1 196 fueron exposiciones a múltiples fármacos que incluyeron barbitúricos, 1 523 fueron exposiciones a barbitúricos únicamente, y se identificaron cuatro muertes.3
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Por lo general los barbitúricos se usan en el tratamiento de trastornos convulsivos y para inducir anestesia y sedación en procedimientos médicos.4 Se usan combinados con otros fármacos, por lo general butalbital para tratar la migraña y la cefalea tensional; es controvertida la eficacia adicional por el componente barbitúrico.5,6 En ocasiones estos fármacos se usan como complemento para el tratamiento de los síndromes dolorosos agudos y crónicos.7 Los síndromes graves de abstinencia etílica y sedantes por lo general se manejan con benzodiazepinas, pero los barbitúricos pueden ser útiles en combinación.8 En ocasiones se han utilizado barbitúricos en el manejo farmacológico de la presión intracraneal elevada, aunque hay poco sustento para respaldar esta práctica.9-11
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Por lo general se clasifica a los barbitúricos según la duración de su acción (cuadro 176-1). La duración de su acción depende principalmente de su rápida solubilidad y la resultante distribución en los tejidos y no de su semivida de eliminación.
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