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La intoxicación aguda por metales y metaloides es una entidad clínica poco común que puede causar morbilidad y mortalidad significativas si no se reconoce y el tratamiento es inapropiado. Los metales son elementos químicos que poseen tres propiedades generales: 1) son buenos conductores del calor y la electricidad; 2) pueden formar cationes, y 3) se combinan con compuestos no metálicos a través de enlaces iónicos. El uso del término metal pesado se ha utilizado por mucho tiempo en la medicina clínica, pero los químicos han criticado el término porque se carece de una definición precisa o de hechos científicos. Un término alternativo, metal tóxico, también carece de una definición firme pero se utiliza en ocasiones. En la toxicología clínica, los siguientes metales, que se enumeran en orden ascendente con base en el peso atómico, suelen considerarse bajo el concepto de metales “pesados” o “tóxicos” y pueden causar envenenamiento: berilio, vanadio, cadmio, bario, osmio, mercurio, talio y plomo; el plomo y el mercurio son los metales más importantes desde el punto de vista clínico en relación con el envenenamiento de seres humanos.
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Los metaloides son elementos químicos con propiedades intermedias entre los metales y no metales. Aunque no existe una definición precisa, los metaloides tienden a poseer dos propiedades generales: 1) son semiconductores de la electricidad y 2) forman óxidos anfóteros. En orden ascendente con base en el peso atómico, los siguientes elementos se consideran metaloides: boro, silicio, germanio, arsénico, antimonio, telurio y polonio; el arsénico es el metaloide más importante desde el punto de vista clínico.
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La exposición a elementos metálicos o no metálicos puede ser consecuencia de: 1) el contacto con el elemento puro; 2) un compuesto orgánico que contenga el elemento tóxico (definido como aquellos compuestos que contienen carbono), o 3) un compuesto inorgánico que contenga el elemento (definido como aquellas sustancias que no contengan carbono). Dependiendo del metal o del metaloide, se afecta el potencial tóxico por medio de la sustancia química que causa la exposición.
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Por sus efectos sobre numerosos sistemas enzimáticos corporales, los metales y los metaloides a menudo se manifiestan con diversos síntomas que afectan sobre todo a cinco aparatos y sistemas: nervioso, cardiovascular, tubo digestivo, hematológico y renal. Los efectos sobre los sistemas reproductor y endocrino son menos aparentes en la clínica.1 Es importante reconocer un “caso índice” inicial de envenenamiento por metales a fin de evitar que otros individuos sufran envenenamiento cuando la fuente de la contaminación es de tipo ambiental o industrial (cuadro 197-1).
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