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INTRODUCCIÓN

La mayor parte de las quejas principales en la sala de urgencias se refiere a lesiones causadas por infecciones, irritantes y alergias.1 Por fortuna, pocas situaciones representan enfermedades cutáneas que ponen en riesgo la vida o una extremidad. La clave para el diagnóstico está en la identificación visual con base en el reconocimiento de un patrón. La estrategia recomendada para diagnosticar un trastorno dermatológico en la sala de urgencias (si se asume que no es necesaria la reanimación o estabilización) es la siguiente:

  1. Determinar la molestia principal.

  2. Realizar anamnesis breve (duración, velocidad de progresión y localización de las lesiones).

  3. Realizar un examen dermatológico (morfología y distribución).

  4. Formular el diagnóstico diferencial con base en la morfología y distribución de las lesiones.

  5. Investigar problemas adicionales mediante el interrogatorio (molestias relacionadas, morbilidad concomitante, fármacos o exposiciones) e incluir o descartar síndromes en el diagnóstico diferencial con base en esta información.

  6. Realizar investigaciones adicionales, en caso necesario.

  7. Si es necesario, obtener una consulta dermatológica y hacer los arreglos para la referencia adecuada (atención primaria o dermatológica).

VALORACIÓN DIAGNÓSTICA

ANAMNESIS

Identificar la molestia principal y realizar un interrogatorio breve (molestia, duración, velocidad de progresión y localización de las lesiones). El interrogatorio secundario debe incluir aspectos relacionados con la lesión: morfología, forma de evolución, velocidad de progresión y distribución. Deben identificarse las molestias sistémicas relacionadas y alteraciones mucosas. Preguntar sobre exposiciones a fármacos (de venta libre, por prescripción e ilícitos), inmunizaciones, toxinas, sustancias químicas, alimentos, animales, insectos, plantas y contactos con enfermos. Deben revisarse los antecedentes sexuales, si es pertinente, así como los antecedentes familiares y personales patológicos. Las preguntas sobre el uso de fármacos, exposición solar o ingestión de alimentos particulares también proporcionan información útil.

EXPLORACIÓN

El paciente debe usar sólo una bata y la exploración se realiza en una habitación con iluminación adecuada. Se inspeccionan todas las superficies cutáneas y mucosas, incluidos pelo, uñas, piel cabelluda y mucosas. Luego se valoran las lesiones cutáneas específicas. Una lente de aumento y una linterna portátil son auxiliares útiles.

La piel se examina en forma sistemática. Se establece la distribución, patrón, disposición, morfología, extensión y cambios evolutivos de las lesiones. La distribución es la localización de los hallazgos cutáneos y el patrón es su disposición anatómica y fisiológica. Por ejemplo, una disposición unilateral en banda de las lesiones en el tórax sugiere infección por varicela zóster. Las enfermedades cutáneas a menudo se distribuyen de manera preferente en ciertas áreas del cuerpo; la distribución de las lesiones ayuda a reducir las posibilidades diagnósticas. Desde la perspectiva anatómica, las superficies cutáneas que se consideran áreas de distribución separadas son: cuerpo generalizado; cara y piel cabelluda; tronco y axilas; ingles y pliegues cutáneos; y manos, pies y uñas. Además, las extremidades también pueden subdividirse en parte superior e inferior, proximal o distal, muñecas ...

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