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Las lesiones no penetrantes del tórax comprenden incluso 25% de las causas de muerte por lesiones.1 En este capítulo, se expone la identificación, la valoración y el tratamiento de lesiones de pulmones, esófago y paredes del tórax que son consecuencia de traumatismos torácicos.
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En casi todos los casos de traumatismos torácicos es posible conocer con anticipación la evolución y el resultado clínico, si el operador se atiene al mecanismo de lesión. Los desgarros o punciones simples que no transgreden la pleura por lo común se tratan con medidas conservadoras, como el tratamiento sencillo de la lesión o la observación. Las lesiones penetrantes que traspasan la pleura de manera característica ocasionan neumotórax, con hemotórax acompañante en 75% de los casos. La trayectoria de una lesión que al parecer atraviesa el diafragma debe plantear sospechas de una lesión intraabdominal y a veces denota la necesidad de laparotomía o laparoscopia.
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El traumatismo no penetrante origina daño por acción directa, compresión y fuerza de aceleración o desaceleración. La intensidad del daño hístico permite anticipar la evolución clínica y el pronóstico.2 Los individuos con lesión no penetrante importante necesitan a veces intubación y ventilación mecánica y técnicas, como la toracostomía, para drenar un hemoneumotórax. Los pacientes están expuestos al peligro de generar secuelas, como neumonía, fugas aéreas persistentes o complicaciones yatrógenas. En general, las víctimas de lesiones penetrantes que sobreviven y llegan vivos al hospital suelen tener mejor pronóstico que quienes han sufrido lesiones no penetrantes.
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La reanimación inicial y las medidas para conservar la ventilación deben realizarse con base en los principios establecidos (cap. 250, Traumatismos en adultos); si la persona casi no hace esfuerzos para respirar o son mínimos, habrá que pensar en la disfunción del sistema nervioso central (SNC) causada por traumatismo craneoencefálico, intoxicación o daño de la médula espinal. En individuos que hacen esfuerzos para respirar, pero con desplazamiento mínimo o nulo de aire, habrá que sospechar obstrucción de la zona alta del aparato respiratorio.
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La desaparición o la anomalía de los ruidos respiratorios puede denotar la presencia de tórax flácido, hemoneumotórax, daño del diafragma o lesión del parénquima pulmonar. Cada una de las entidades patológicas anteriores es susceptible de tratamiento específico, pero la dificultad respiratoria (disnea) que no desaparece de inmediato con una intervención específica debe ser el fundamento para que el personal de atención a la salud logre la ventilación por intubación traqueal o la elaboración quirúrgica de una vía para la ventilación y ventilar de modo mecánico al paciente con oxígeno puro al 100%.
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PARO CARDIACO POR INTUBACIÓN ENDOTRAQUEAL
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La intubación, método de suma urgencia en sucesión rápida en sujetos traumatizados, es un procedimiento inocuo, pero después de realizarla en la tráquea pueden surgir descompensación y paro cardiacos por causas vinculadas con la lesión inicial o la técnica ...