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El elemento básico para la detección temprana del síndrome del compartimiento osteomuscular es la fuerte sospecha clínica por parte del personal sanitario. El cuadro suele presentarse después de traumatismos, pero en algunas situaciones también puede hacerlo sin ellos. Frecuentemente se detectan fracturas abiertas o cerradas. El sujeto consciente con un síndrome del compartimiento osteomuscular al principio señala sentir dolor intenso que a veces no se puede aliviar incluso con analgésicos narcóticos. Cuando se extienden los músculos dentro del compartimiento aumenta el volumen muscular y el paciente por lo común muestra empeoramiento del dolor cuando se desplaza de manera pasiva o activa la extremidad. Por lo regular el dolor comienza en término de horas de haberse presentado la lesión. Sin embargo, el síndrome a veces surge incluso 48 horas después del hecho traumático.
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El dolor se acompaña a veces de disfunción del nervio en el interior del compartimiento; se manifiesta por ardor o disestesias en la distribución sensitiva de dicho nervio. También puede haber deficiencia de la función de nervios motores.2
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Los componentes del síndrome se agruparon en un conjunto de cinco P [dolor (pain), parestesia, palidez, asfigmia (pulselessness) y poiquilotermia], pero a menudo no aparecen los cinco componentes. No hay deficiencia de la circulación arterial y, por ello, es posible que la extremidad afectada esté caliente, tenga color normal y se detecten fácilmente los pulsos. Desde el punto de vista clínico el compartimiento por lo regular está hinchado, su consistencia es firme y duele al comprimirlo.
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Si no hay certeza del diagnóstico después de la valoración clínica se podrá medir la tensión en el interior del compartimiento, y los datos en este sentido pueden ser muy útiles en casos en que la persona tenga alteraciones de su estado psíquico o esté bajo sedación duradera para tratar otras lesiones.
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Se dispone de algunos dispositivos comerciales para medir las tensiones del interior del compartimiento. Un equipo consiste en una jeringa de solución salina, un manómetro y una aguja con un orificio lateral. El monitor se conecta entre las jeringas y una aguja de 7.5 cm con un orificio lateral. Debe introducirse la aguja en el interior del compartimiento; inyectar unas cuantas gotas de solución salina para asegurar que no hay “bolsas” de aire y saber que la aguja no está dentro de un tendón. Un manómetro señalará la cifra de tensión en mmHg. Es importante medir dos veces las tensiones en cada compartimiento y se valorarán los compartimientos vecinos. Si se presentó una fractura en la extremidad, habrá que medir las tensiones en un tramo de 5 cm de la fractura. Las figuras 275-6 a 275-8 muestran los sitios utilizados para medir las tensiones en los compartimientos extensor, flexor y el segmento móvil del antebrazo.
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En casos de producción extensa de lesión muscular es posible que haya incremento de los niveles séricos de creatina fosfocinasa y de mioglobina. En el análisis de orina puede detectarse mioglobinuria.