++
El consumo de drogas ilícitas es un problema de salud importante en todo el mundo. Cada año alrededor de 250 millones de individuos consumen drogas y hasta 21 millones utilizan drogas inyectables.1 En el 2008 se estimó que 20.1 millones de estadounidenses de 12 o más años de edad consumieron una droga ilícita en el mes previo y de éstos, 213 000 utilizaron heroína, casi el doble de la tasa de prevalencia correspondiente a 2005.2 Entre 1996 y 2006, las consultas en el servicio de urgencias relacionadas con heroína se incrementaron a más del doble (de 73 846 hasta 189 780) y la mayor parte de las consultas fueron por varones (69%) y pacientes de 35 a 44 años de edad.2
+++
CONDUCTAS DE RIESGO DE LOS USUARIOS DE DROGAS INYECTABLES
++
El consumo de drogas inyectables, así como el estilo de vida y la cultura del usuario de drogas inyectables, hacen que el individuo corra el riesgo de padecer una amplia variedad de infecciones y complicaciones médicas no infecciosas. Además de tener más riesgo de infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), hepatitis, tétanos y enfermedades de transmisión sexual, el estilo de vida del usuario de drogas inyectables también conlleva un incremento del riesgo de traumatismo y violencia contra la pareja.3 La alta frecuencia concomitante de migración, encarcelamiento, indigencia, deficiencias nutricionales, tabaquismo y alcoholismo, así como enfermedades mentales comprometen más la salud de esta población.4
++
La venta de drogas y el trabajo sexual callejero para generar ingresos ilegales, así como el intercambio de sexo por drogas complican más las vidas de estos individuos y producen complicaciones médicas que conllevan la necesidad de atención médica. Muchos se incorporan en esta clase de actividades para mantener los hábitos costosos de las drogas. El proxeneta puede intercambiar drogas por dinero con una trabajadora sexual. Las trabajadoras sexuales tienen más posibilidades de estar expuestas a altos grados de violencia y abuso, lo que comprende golpes, puñaladas, violación, robo y muerte, perpetrados tanto por los clientes como por los proxenetas. Muchos de estos delitos no se notifican y es posible que la víctima no informe voluntariamente sobre ellos al personal de salud por el temor a las represalias. La presión ejercida por los pacientes, la imposibilidad de discernir durante el estado de intoxicación, el aumento de las posibilidades de exposición a redes sociales con una alta prevalencia de infección de transmisión sexual y la competencia con otras trabajadoras sexuales pueden llevar a las trabajadoras a ofrecer o a ser objeto de coerción para que acepten el sexo vaginal o anal no protegido en intercambio por más dinero. Esta conducta las coloca en un mayor riesgo de adquirir infecciones bacterianas (sífilis, gonorrea, infecciones por clamidia e infecciones por micoplasma) e infecciones virales (infección por VIH; hepatitis A, B y C, herpes simple, e infección por el virus del papiloma humano) ...