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Introducción

Nada más misterioso que la piel, es estuche que nos arropa y resguarda, pero es tela vibrátil que nos comunica con el exterior. Es superficie pero expresión de profundidad. Es un aislador permeable. Es sensible y sufrida, es aguerrida y melindrosa. Imagen del misticismo militante, plumaje indemne entre pantanos, se conserva y se entrega, vive en las tentaciones y las reduce a su dominio. Es virginidad renaciente como en las huríes orientales. Está en la zona tempestuosa donde chocan las corrientes del yo y del no yo y es al mismo tiempo accesible y resistente. ¡Cuánta contradicción!

Alfonso Reyes

La paradoja de la piel

La piel —esa cubierta exterior que reviste todo el cuerpo y se insinúa en los orificios naturales— no es una simple envoltura inerte; más bien se trata de un órgano complejo, anatómico y funcional, indivisiblemente ligado a la fisiología y patología de todo el organismo. Es un vestido fisiológico, una tarjeta de presentación, una barrera que separa a la persona del exterior, el microcosmos del macrocosmos y el límite corporal que marca la individualidad.

Desde el punto de vista de un escultor o un pintor, la piel es la esencia misma de la belleza. Basta ver algunas de las madonnas de Rafael, el David de Miguel Ángel, la Mona Lisa de Leonardo, el Adán y Eva de Durero o las venus de Boticelli para percatarse de cómo esos artistas eran capaces de, con su arte, dar a la piel diversos matices de color, de textura, diferentes en el hombre y en la mujer, al punto de que casi es posible palpar la piel más fina de Eva. Es increíble lo que lograron con sus pinceles y cinceles, al grado de reproducir inclusive la patología cutánea: un rinofima en un cuadro de Ghirlandaio o los cojinetes de los nudillos en el David de Miguel Ángel.

Los escritores también han entendido a la piel como algo misterioso, paradójico; este concepto inicia el presente capítulo con el pensamiento de Alfonso Reyes. Paul Valéry decía: “nada más profundo que la piel”, en tanto que Griselda Álvarez, poetisa, profesora y exgobernadora del Estado de Colima, hizo un bello soneto a la piel:

Tu piel cautiva, festival del tacto, como llovida en plenitud te envuelve, si a veces en follaje se resuelve, con la aridez en otras hace pacto. Camino de la seda tu contacto, en bengalas de sol se desenvuelve, porque termal, magnética, devuelve las corrientes oscuras de lo abstracto. Protectora, absorbente, sensitiva, impermeable también, dura en tus manos pedernal, del amor iniciativa. Si el pigmento divide a los hermanos, tú y yo sabemos que la piel cautiva y es por la piel que somos más humanos.

Alguien ha comparado a la piel con la mujer, pues en todos los idiomas, sea piel, pelle, haut o peau, le antecede el artículo femenino (figura 1-1). ...

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