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Introducción

Son varias las denominaciones dadas a este síndrome, ninguna es perfecta, pues toman el aspecto morfológico descriptivo del cuadro. Así, se le ha llamado “dermopatía de la pierna”, “úlcera de la pierna”, “úlcera varicosa”, “úlcera hipostática”, “dermatitis hipostática” y “úlcera atónica”. La Escuela Mexicana de Dermatología le llamó “complejo cutáneo vascular de la pierna” o simplemente “complejo de pierna”, nombre que, por supuesto, tampoco es perfecto, pero que comprende los dos componentes básicos del síndrome: el vascular y el cutáneo, así como la localización del proceso en las piernas. Además, da idea de lo complejo del cuadro: complejo sintomático, complejo etiopatogénico, complejo terapéutico.

Se trata de un síndrome plurilesional de una o ambas piernas que afecta diferentes tejidos blandos, vasos y en ocasiones huesos y que no obedece a causas específicas (infecciosas o parasitarias).

No se trata de una lesión patognomónica de la piel que responda a una causa circulatoria definida —como lo es la úlcera posflebítica, la subungueal del tromboflebítico o la maleolar del hipertenso— ni es una lesión precisa o invariable que se deba a una etiología infecciosa o parasitaria —como micetoma, tuberculosis u osteomielitis—. Debe diferenciarse este proceso de otras ulceraciones de las piernas debidas a lepra, tuberculosis, sífilis, micosis profundas, ectima, diabetes, Raynaud, Buerger, hipertensión, tabes, siringomielia y otras más.

Es un padecimiento muy frecuente, ocupa siempre los primeros lugares entre las enfermedades de la piel en todo el mundo. En México, comprende entre 4 a 6% de toda la patología cutánea, por lo que constituye un problema médico y social de difícil curación.

Es más común en el hombre, y se presenta más entre la quinta y sexta décadas de la vida; es rara en personas menores de 40 años. Se observa una relación estrecha con la ocupación: personas que trabajan de pie por largas horas y con los embarazos en la mujer.

Cuadro clínico

La sintomatología es muy profusa y variable. Se localiza en las piernas, por lo general es unilateral, predominantemente en la izquierda en proporción de 2 a 1, puede ser bilateral pero con menos frecuencia. Las lesiones se localizan de preferencia en el tercio inferior, alrededor de los maléolos, y suben hasta el tercio medio, rara vez más allá, hasta la rodilla, nunca más allá y afecta por ambas caras, más hacia la interna.

Hay un gran polimorfismo de lesiones, y en un momento dado se pueden ver manchas eritematosas y pigmentadas (figura 15-1), de color ocre, escamas, costras melicéricas, ulceraciones, liquenificación, ampollas, cicatrices. Grosso modo, se distinguen varias fases cronológicas que pueden sucederse o no en el siguiente orden (cuadro 15-1).

Figura 15-1

Complejo vasculocutáneo de pierna. Primera fase de eritema permanente.

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